martes, 25 de septiembre de 2018

¡Y OTRA REUNIÓN DE CONSORCIO!


                   Cuando llega el momento de ir siempre pienso, ¿y si no voy?  No soy nada original por contar esto, imagino que en casi todas las reuniones de este tipo sucede lo mismo. Siempre está el que lleva la voz cantante, el que protesta en medio de otros discursos, el que se queja porque no puede hablar. Esta vez hubo un “presidente de asamblea” muy conocido por mí, dado que es el dueño del departamento superior, alquilado al poseedor del perrito meón. Lo miraba hablar con tanta autoridad que no podía creer su falta de buenos resultados para convencer a su inquilino de corregir la falta vigente por años, creo que ya van siete. Si se cumple la leyenda, debería producirse el milagro de un cambio significativo! Afortunadamente, pude adoptar una actitud neutra, impávida ante su encendido parlamento y dejar correr mi imaginación hacia otros derroteros, lejos de ahí. Problemas serios necesitan soluciones urgentes, nada novedoso, y reparaciones en espera seguirán así por algún tiempo más. En un edificio de más de cuarenta años todo está envejecido. Mi vecino favorito tuvo después su oportunidad, es quien siempre acude en mi ayuda cada vez que algo sucede y debe ocuparse el consorcio de solucionarlo. Me sorprendió gratamente su acalorada alocución en favor de la unión de algunos enemistados, un respetuoso silencio lo acompañó. Ignoro si servirán de algo sus buenas intenciones, al menos se calmaron los ánimos en el momento.  El principal motivo de la reunión era la remoción del administrador por parte de algunos propietarios enojados, pero como ya tuvimos malas experiencias con otros, triunfó el buen criterio de la mayoría y pudimos sostenerlo en su segundo mandato. Mis carencias continuarán, amarga victoria!