viernes, 29 de julio de 2011

                                LOS LÍMITES


                     ¿Hay algo más odioso que poner límites? Uno quisiera que el otro tomara conciencia de su proceder incorrecto para no tener que intervenir. Pero no, la autoprofecía se cumple nuevamente y mi límite extremo está otra vez ahí, haciendo ruido como si fuera muy viejo, como si la artrosis lo hubiera invadido.

                     Y hay que hacer oídos sordos a los comentarios malévolos, a opiniones intencionadas, y seguir adelante. Claro, más solo que nunca, quizás no sea terminante esa soledad, quizás tenga un prolongado descanso hasta que algo ilumine ese oscuro desván del criterio y salga a la luz la comprensión y todo pase.

                      Con esa esperanza salgo hacia el nuevo día, los hijos tardamos en darnos cuenta, pero todo llega a su tiempo. Cuando somos padres vemos lo difícil que resulta decir no al ver el error en un hijo. Quisiéramos acunarlo aunque ya sea grande y decirle todo lo que lo queremos y deseamos que recapacite. Pero él va a crecer cuando sea su momento, habrá que esperarlo para darle la mano cuando llegue hasta nosotros.


martes, 19 de julio de 2011

MUY FELIZ DÍA DEL AMIGO!!!!!!!

A    algunos los conozco desde hace mucho


M   uchos otros desde hace poco


I     ndistintamente, los encierro en este saludo


G    randes y entrañables de siempre


O    recién conocidos pero muy apreciados


S     on  todos rememorados hoy



 MUY FELIZ DÍA DEL AMIGO, AMIGOS!!!

20/7/2011



domingo, 17 de julio de 2011

Tengo un vecino que se está haciendo daño, soy testigo involuntaria, pero no puedo hacer nada. Hace seis meses, en medio de la obra de desagote de mi baño, realizada por el famoso equipo de la administración (creo que ya lo cambiaron, era hora) y cuando habían dejado una abertura en la pared medianera con el departamento de al lado, se mudaba este hombre de unos cuarenta y pico, en apariencia. Vive solo y lo visitan en la semana y los sábados o domingos, dos hijas adolescentes. Cuando uno se cruza con él parece una persona normal, que se ve a diario en el ir y venir. Pero cuando la noche ya manda, él hace una serie de peripecias que lo llevan a encerrarse en una soledad malsana. La casualidad y el hecho de que la obra terminada con escaso material nos haya dejado el grosor de una hoja de papel en medio de nuestras moradas, hace que sus movimientos y los míos sean compartidos, en sus sonidos al menos. Creía que él llevaba la peor parte (mi baño y su living) pero me equivoqué. Intrigada por las madrugadas llenas de ruidos y gritos desafinados, me detuve a escuchar primero y a vigilarlo después. Sí, no me da vergüenza admitirlo, pongo la pantalla cuando veo que sale y entra después de las nueve de la noche, en repetidas sucesiones de viajes en ascensor y salidas a la calle. Y ahí descubro que compra bebidas en diferentes comercios, yendo y viniendo y luego va hacia la esquina buscando a los muchachos proveedores que abundan en la zona. Desconozco las sustancias que consume, pero el resultado son atroces arcadas, cantos destemplados y desplazamientos torpes y bulliciosos hasta altas horas de la madrugada. En realidad, cuando yo me duermo no me molestan, pero es muy inquietante saber la causa de todo eso y no poder ayudarlo. Quizás él no quiera que lo ayuden, habrá decidido que su vida vaya por esos carriles y a quién le importa si no se mete con nadie más que consigo mismo. Me apena que tenga que vivir esa doble vida y no poder balancearla con alguna compañía femenina o masculina que lo complemente y no necesite autodestruirse. Para descargar mi imposibilidad, escribo esto.

sábado, 16 de julio de 2011

                                       EL TÍO TITO


             Llegó a la otra orilla, llevada por la abuela, para disfrutar de unas vacaciones prolongadas. No más de dos meses, le había dicho la mamá. Apenas arribaron a Montevideo, toda la gran familia salió a recibirla con invitaciones a distintas casas, a playas alejadas y paradisíacas, en fin, no se podía quejar. La perspectiva veraniega era todo lo que podía soñar y más.

              En la casa de la abuela la esperaba el tío Tito, sonriente y animado. Charlaba con ella en las horas de la siesta, o mientras la abuela cocinaba o hacía las compras; en cada momento disponible se acercaba, amigable y solícito. Era un misterio para ella dónde había estado su tío en el tiempo anterior. Nunca nadie le había hablado de él, hasta ese verano. Había ciertas actitudes que llamaban su atención, cada vez que se retiraba de la mesa levantaba la mano, como en un aula de enseñanza o alguna otra institución. A veces la intimidaba un poco su cercanía, se decía que por la falta de confianza, recién lo estaba conociendo. El le elogiaba su largo cabello castaño, que intentaba acariciar sin llegar a hacerlo, ella lo rehuía con hábiles movimientos, alejándose para tomar agua o comer una galleta, justo cuando la mano de él se aproximaba.

                Le pidió una foto para mostrarla a sus compañeros de trabajo, se alegró por no tenerla. El hecho de que su tío fuera poseedor de una fotografía suya, la hacía estremecer.

                 Con los años, cuando recordaba esa época, pensaba si no había sido injusta con el tío Tito, que tan amable y tierno se mostrara con ella. Sin embargo, y casi al mismo tiempo, presentía  que ese instintivo proceder suyo, de alguna manera, la había salvado.

viernes, 8 de julio de 2011

                            CAMBIO DE ROL

          
                 Al principio fueron las cucarachas, lucha interminable por años hasta que apareció el milagroso gel en jeringa, de origen alemán, luego hubo imitaciones pero no lo igualaron. De verlas aparecer lo más campantes en medio de la noche, de un día para el otro las encontraba duritas y patas arriba dentro de los armarios de la cocina, bajo la mesada. Aún hoy hago el mantenimiento regular, por si realizan alguna visita turística de improviso.

                  Pero resulta que, en su lugar, vivo rodeada de unas mosquitas insignificantes, veloces y molestas, imposibles de eliminar hasta ahora. Como buena cazadora, no pierdo las esperanzas de encontrar algún producto que las ayude a mejorar su muerte. Mientras tanto, hago inútiles manotadas al aire o contra las paredes, ellas se ríen de mí. Sin embargo, esta noche tuve una satisfacción, acomodando mi mesa de luz, luego del vaciamiento obligado por la visita de mi nieta los viernes, vi una en la pared, justo al alcance de mi arma mortífera, y ahí quedó estampada, ni pienso pasar un trapo para borrar las huellas de mi delito. Las dejo como testimonio para alguna parienta que ose imitarla. Para que vean a quien se enfrentan.