sábado, 27 de agosto de 2011

                              COMO SI NO EXISTIERA


                    Cuando me lo contó no sabía si reir o condolerme, estaba muy angustiada. La pobre no tuvo mejor idea que salir a las seis de la tarde, imaginate con qué se encontró. Los colectivos no paraban, del subte ni hablar, resolvió caminar. Claro que los zapatos de taco no eran la mejor opción, pero se animó resuelta; quince cuadras, ella estaba acostumbrada.

                    Las primeras tres fueron pan comido, a partir de la cuarta aminoró la marcha, ya en la quinta comenzó a resoplar. Como iba en el trayecto del colectivo, espió por si venía alguno, y sí, en la cuadra anterior estaba detenido, esperando el semáforo. Decidida a todo se paró en medio de la calle y le hizo señas, quedó con el brazo extendido hasta casi chocarlo. El colectivero la miró ceñudo al subir y le dijo: “oiga, ¿quiere matarse hoy y me eligió a mí?”

                    Con la mejor sonrisa se disculpó, “es que temía que no parara, está tan lleno…” y se corrió como pudo, a los codazos para alejarse cuanto antes del papelón. Miró el reloj, la película estaba por empezar, con suerte llegaría a tiempo. Pero el colectivo no avanzaba, una larga hilera por delante le impedía el paso. Estirándose por sobre la gente, vislumbró unas luces de ambulancia, casi dos cuadras más arriba. Lo que le faltaba, un accidente. Tocó el timbre para bajarse y el chofer, inmutable, ni la miró. Ella reclamó dos o tres veces, “por favor, ábrame la puerta”. El tipo como si nada, miraba hacia adelante. Lo más extraño es que nadie salió en su ayuda, cada uno siguió en lo suyo. Desolada, se puso a llorar, primero en silencio, luego con sollozos hipados, así, hasta que pasados diez minutos, el colectivo retomó la marcha.

                      Y ella insistía, “como si yo no estuviera ahí, como si no existiera.”

jueves, 25 de agosto de 2011

MI NIETA ME DIJO ABUELA!!!! CON TODAS LAS SÍLABAS!!!!
ALELUYA!!! QUÉ EMOCIÓN, LA COMPARTO CON USTEDES!!!

domingo, 21 de agosto de 2011

                                  FRENTE A FRENTE



                 Se miraron estudiándose, con dureza, la distancia, sin embargo, no se acortó. Ambos se quedaron en el mismo rectángulo de baldosa conteniendo la respiración por unos segundos. Luego, cada uno sacó una mano, recta a la mandíbula. Trastabillaron unos momentos pero enseguida se recompusieron. Las bocas se abrieron como para acomodar la mordida. Algo de sangre se vio apenas. Como si fuera una llamada a la lucha, los golpes se sucedieron incansables. Los minutos agotaban sus fuerzas, sin embargo no se rendían. El sol cayó en el horizonte y aún peleaban.



                    María Augusta entró a su casa y fue encendiendo las luces. Al llegar a la cocina, los encontró a los dos, perro y gato, a los arañazos limpios, con los potes de comida a un lado, todavía sin tocar.


sábado, 13 de agosto de 2011

                                   EL OSITO THEDDY


                Cerré la boca de inmediato. Las últimas palabras del capítulo mencionaban que el osito había hablado en voz alta, mientras creía que sólo estaba pensando. Y ante el temor de que me sucediera lo mismo,  mi cara se mantuvo inmóvil por unos momentos, con mis carrillos inflados por la fuerza que implicaba no ceder la apertura de los labios. Tenía cinco o seis años, no puedo recordarlo con claridad porque había comenzado a leer desde muy pequeña. Y el miedo que sentí fue real. Mis ojos ya registraban demasiados hechos cotidianos que me costaba entender. A veces jugaba a las visitas, rodeada de todas las muñecas, al tiempo que observaba a los demás integrantes de la familia en sus diferentes conversaciones. Nunca entendí el mundo adulto, me atrevo a decir que ni aún siendo yo misma una. El accionar de algunas personas resulta devastador.

sábado, 6 de agosto de 2011

                       ESTOY SEGURA DE QUE SE MOVIÓ

                        No quiero decir mucho delante de esta gente que no conozco bien. Más tarde te cuento, pero te aseguro que no estoy loca, el piano se movió de lugar. Imaginate que algo tan pesado cambie de espacio así como así, es impensable. Consulté con Dorita, ella me juró y recontrajuró que no lo tocó para nada, pasó la aspiradora como siempre pero no lo movió un centímetro.   Menos mal que la tengo a ella de testigo, sino cualquiera diría que tengo visiones o la edad me está trayendo delirios. Bueno, está bien, venite a casa en cuanto puedas, mañana estoy a la tarde, un beso, chau.

                          Pasá, pasá, qué calor nó. Dame el paraguas, claro, te entiendo, ahora llueve cuando uno menos lo espera. Preparé el té, pero si querés hago unos mates. No te hubieras molestado, qué ricas son estas masitas, las compraste en la esquina. Viste las delicias que hacen ahí. No se puede creer y los precios no te matan, porque por lo general lo bueno es caro. Mirá y decime si notás el desplazamiento, siempre estuvo casi pegado a la ventana, ahora está casi en el centro de la sala, es muy evidente. Claro, claro, pero qué tiene que ver el terremoto de Chile, sí, leí que tuvimos un corrimiento del eje del planeta, pero no será para tanto nó. Vení, vamos a la cocina, así estamos más cómodas.

                           No oís la música, de dónde viene. Qué raro, mis vecinos están afuera, esto es muy solitario cuando viajan. De dónde viene esa melodía, vení, quiero sacarme la intriga, pero no te asustes mujer, acompañame a la puerta de calle nada más, por ahí es un festival callejero de esos que arma el gobierno de la ciudad…AAAAYYYYYYYY…

                           (En medio de la sala, se ve el piano abierto y sus teclas moviéndose con gran energía, llenando el aire de Bach.)

miércoles, 3 de agosto de 2011

                                COMPLICIDAD


               Se quedó mirando a la psicóloga que muy sonriente le decía: “usted es la mejor abogada de su marido” De entrada no entendió muy bien, pero tomó una pausa en la charla para pensar.

                Todos esos años compartidos estuvo justificando las conductas impropias de él, siempre encontraba la razón que lo salvara del juicio ajeno. Como una madre con su hijo, tal cual.

                 Y ahora estaba ahí, haciendo lo mismo por inercia, casi sin darse cuenta. Es que ella sabía muy bien que él siempre necesitó una madre para compensar su falta o la presencia esporádica en la primera infancia. Presentarse como una mejor opción, ¿acaso ella no hacía de madre de casi todos los que se le cruzaban? Ah, esa era la cuestión, cumplir el rol de madre para no asumirse como mujer. A eso había que escaparle, era riesgoso, llevaba el peligro del sufrimiento ante el rechazo, entre otras cuestiones.

                   La psicóloga la miraba seria ahora, ella le sostuvo la mirada y se puso de pie. “Gracias, ya entendí”.