sábado, 18 de mayo de 2013

MI SAQUITO GRIS VIOLÁCEO

                               Busco denodadamente, percha por percha, miro en el fondo del placard, no aparece, mi saquito gris violáceo ya no está y no hay manera de que lo haya dejado en ningún otro lado. Solo lo utilizo para hacer las compras diarias, es que tiene un costado muy gastado, que un día creí una mancha blanca y solo era tejido abierto por el tiempo. Eso no me impidió seguir usándolo, es que me resulta muy práctico, con sus grandes botones al tono, que no llega a ser un gris ni tampoco un violeta definidos.
 

                                 Mi cabeza comienza a elucubrar diferentes motivos para su desaparición. Quizás lo dejé colgado en el borde del changuito, recorriendo góndolas en el supermercado y se deslizó sin darme cuenta, pero lo tendría que haber visto caído. Peor aún, alguna mano extraña, atraída por su color indeciso lo llevó apresurada hacia un bolso y mi distracción momentánea no lo notó, ni siquiera al llegar a mi casa.


                                  Una inexplicable tristeza me invade, como si parte de mi torso hubiera quedado prendido de algún escaparate al pasar. Así que decido hacer un llamado a mis lectores, si alguno de ustedes ve por las calles de mi barrio, un saquito gris violáceo, recuérdenle que lo estoy buscando.
            


sábado, 11 de mayo de 2013

EL CANTAR

                  La voz inició suavemente la melodía recién escuchada. Deleitábase en repetir una y otra vez las estrofas, alargando las vocales en el final de cada verso, con la certeza de una perfecta y armónica afinación.


                   Los minutos corrían y el mismo tema continuaba derramando idénticas notas en el ambiente. En algún momento, la canción comenzó a mezclarse con el sonido de ventanas y puertas cerrándose agresivas y de otras voces cercanas pidiendo silencio.


                    La cantante fue mermando sus gorgoritos con algo de melancolía y una sincera convicción de haber sido completamente incomprendida.