Ya hace algunos años que sigo el blog de
Tomás Abraham, un filósofo argentino contemporáneo, que habla con sencillez
para que entendamos todos. En un post anterior mío me preguntaba si sería bueno
ser malo, y gran sorpresa me llevé al día siguiente cuando encontré en su blog
una entrada sobre ser bueno o ser malo. Bueno, la respuesta llegó antes de lo
imaginado. En estos días tan ajetreados, revueltos y súper informados, acerca
del virus que nos tiene a mal traer, nos encontramos mezclados los unos y los
otros, nadie se salva de estar en peligro de contagio. Uno debe cuidarse porque
así también cuida al otro, y no se plantea si el que está al lado o enfrente lo
merece. Desde los portadores de la corona hasta el lavaplatos hallan el peligro
a la vuelta de la esquina. Y todo lo que podamos hacer para evitarlo nunca es
bastante. Imagino que Tomás debe privarse también de estar en contacto con su
granja en estos días, tiene una gran cantidad de animalitos con su respectivos
nombres. Y como estamos a la par en edad y signo del zodíaco chino, nuestra
misión perro es la de cuidar a los que nos rodean tanto como a nosotros mismos.
Hagamos el esfuerzo de quedarnos adentro y acatar las reglas, es para el bien
de todos.
viernes, 27 de marzo de 2020
martes, 10 de marzo de 2020
DÍAS DE EMOCIONES ENCONTRADAS
El nuevo año nos golpeó sin aviso
con un virus que está revolucionando el mundo por entero. Lo que comenzó como
un brote en un pueblo de China, se desparramó en poco tiempo a otros países,
debido a los viajes desde y hacia diferentes destinos. En un primer momento se
creyó poder controlarlo cerrando fronteras, pero al volver los viajeros a sus
respectivas residencias el contagio fue inevitable. Ahora el alerta es hacia
todos los rincones del planeta y se deben tomar medidas para minimizar los
riesgos. En contraposición a este tema, vivo días muy emotivos por la enorme
felicidad de mi hijo menor, que también de forma sorpresiva, tuvo la oportunidad
de adquirir su vivienda propia en tiempos no muy favorables para la economía. Muchas
veces suceden así las cosas, de un momento para otro todo cambia. Y aunque se
propuso tomar con calma el amueblamiento, dijo, “puede llevar un año”, la
ansiedad hace que quiera hacerlo cuanto antes. Cada día aparecen ofertas para
todo lo que necesita, hace cálculos, se ilusiona. Nada lo apura, vive conmigo
sin urgencias, pero el entusiasmo es muy grande. Cuando lo acompañé a ver el
departamento no tuve una buena impresión, le falta luz natural por ser interno,
amén de un solo ambiente, pero para él fue el paraíso. Eso hizo que me
preguntara, “¿será que se quiere escapar de mí?” jajaja. Enseguida me di cuenta
de que tenemos expectativas distintas, para mí el espacio exterior es
importante desde mi propia casa, para él no, porque sale continuamente, además
de por su trabajo, estudia en las plazas o bares. En cambio yo soy más casera y
quiero ver todo desde mi lugar. Así que me hice a un costado, trato de
acompañarlo en sus planes con alguna opinión puntual y nada más. Se trata de su
futuro y es lo más importante para mí.
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