Fijate, no la veo bien, parece afiebrada, le
dijo a mi mamá, ambos estábamos por demás abrigados y él se estaba despidiendo.
No es la primera vez que aparece en mis
sueños en escenas de protección. A veces compartiendo alguna comida, otras conversando
y con varias personas de la familia alrededor. Frecuentemente, él se está yendo,
como un día se fue de mi lado y después de la vida. Sin embargo, siempre sentí
ese cuidado, aun lejos y viviendo su propio destino. Mi mamá era igual, la
generosidad de atender las necesidades de su familia eran constantes. A pesar
de irse del centro de la escena cuando algún plan de viaje los reclamaba, nunca
dejaban de estar, en eso y quizás por compartir su signo del zodíaco,
sagitario, eran muy parecidos. Ah! Y en el pelo! Ella no salía a la calle sin
estar perfectamente arreglado su cabello, ruleros mediantes. Y él con spray
para mantener su apariencia de galán maduro. Muchos podrán decir que el egoísmo
también estuvo presente, sobre todo en él, que no fue muy cuidadoso en algunos
detalles posteriores, y tendrán razón, pero no se puede ser perfecto, no? No se
trata de melancolía, los recuerdo con gran ternura, quizás por eso están a
menudo en mis sueños.
domingo, 30 de abril de 2017
sábado, 15 de abril de 2017
PASANDO A LA TERCERA MITAD
Ahora que ya estoy grande quiero recordar a mi
amor de chiquita. Tenía trece años y
estaba en Montevideo, Uruguay, vacacionando con mi abuela materna, tías y
primas. Mi mamá tenía allá una amiga de su juventud, cuyo hijo fue el motivo de
mi primer sentimiento amoroso, fuerte y persistente a través de los años, nunca
lo olvidé, ni a él ni a las sensaciones que viví a su lado. Sin haber llegado
nunca a la intimidad, compartimos
momentos inolvidables para mí y mi cabecita soñadora. Él cumplió quince, días
antes de tener que regresar yo a mi casa. Todo comenzó con una reunión
familiar, una mesa larguísima en un lugar de las afueras, un viaje sentados en
la parte de atrás de una camioneta, hombro con hombro, había refrescado y él
pasó su brazo alrededor para cubrirme del aire frío. Estaba tan emocionada que
no atiné a decir nada, ni siquiera lo miraba, pero sabía que nos embargaba el
mismo sentimiento. Solo tuvimos un rato
a solas después y nos costó despedirnos. Al otro día le pidió permiso a mi
abuela para llevarme al cine, caminamos por el puerto, llegamos a la sala, no supe
qué película se proyectaba, nuestras manos entrelazadas, las miradas furtivas y
un tierno beso que duró una eternidad. Ese recuerdo viejo, guardado en lo
recóndito de mi memoria, vuelve hoy rejuvenecido para festejar mis recién
estrenados setenta y uno, la tercera parte de mi vida.
domingo, 2 de abril de 2017
SORPRESA Y EMOCIÓN
Ya eran más de las nueve de
la noche cuando pude ver en televisión una pantalla dividida mostrando
multitudes en diferentes puntos de nuestro país, marchando o detenidas en
reunión pacífica, portando banderas argentinas, cantando el himno, diciendo “se
puede” , una frase que llevó adelante nuestro presidente desde su campaña y
siempre la expresa en sus mensajes.
Y me encontré lagrimeando
emocionada, mi sorpresa fue porque no creí que una convocatoria hecha en forma
casi anónima desde un sitio de internet fuera adherida por tanta gente, más aun
cuando se desestimaba desde el mismo gobierno el hacerla, no se promovía, por
lo que la cantidad de personas que
mostraron su apoyo a la democracia fue muy impresionante. Los distintos funcionarios
y hasta el mismo presidente se mostraron después emocionados por el resultado
casi inesperado, dadas las tantas quejas que se trasmitían en casi todos los
medios sobre el mal momento económico en nuestro país. Hay una luz de esperanza
sobre nosotros, estamos madurando como sociedad, podemos separar el mal momento
del proyecto por un futuro mejor.
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