Jackie es una beagle hermosa y
chiquita, pura oreja. Llegó a la casa de mi hija luego de largo tiempo de
planificación y preparación en el grupo familiar. Tanto la mamá, como el papá y
Sol dedicaron largas horas para que todo estuviera a punto ante su llegada.
Cuando la fueron a buscar tenía dos meses, de ahí al veterinario para toda su
revisación, control y vacunas. Ya para entonces el ajuar de Jackie estaba listo
para ser estrenado, nada se dejó librado al azar, hasta los Reyes Magos le
trajeron juguetes, llegaron dos días después de su ingreso al territorio que
sería su pequeño reinado. Con gusto Sol rescindió su primer lugar para
cedérselo a esa belleza perruna, toda ternura. Periódicamente el chat familiar
recibe fotografías en las que duerme plácidamente en la falda de sus nuevos
progenitores. Cada uno tiene una tarea, Sol se salva de recoger los regalitos,
eso lo hacen la mamá y el papá provistos de guantes, trapo de piso, y balde con
agua vinagre, (antes se usaba lavandina) para no dejar rastros de lo
acontecido. Y los tiene completamente enamorados, mi yerno hace como que no,
poniendo cara de malo, pero es el que más está atento a sus movimientos,
salvándola a veces de los enredos en su larga correa extensible para tenerla
siempre a la vista. Mi hija quiere ponerse firme en la enseñanza pero siempre
concluye en: “es tan cariñosa que no podés retarla”. Conociéndola sé que va a
lograr su propósito en algún momento, aunque me generan dudas su extrema
blandura, entiendo que no tiene la presión de educarla como a una hija y de ahí
la flexibilidad. Como adelanté en el título, ya está presentada la familia de
Jackie, reina absoluta en ese hogar.