martes, 29 de septiembre de 2020

RELATOS DE LLUVIA

 

                                 LLANTO DE LLUVIA EN UNA ESQUINA


         La mujer estaba inmóvil parada en esa esquina. Sus lágrimas caían sobre la vereda formando pequeños lagos circulares, poco a poco se fueron extendiendo y ahondando. Cuando ya nada se pudo hacer, más que flotar, ella se elevó en un segundo. Los rayos del sol traspasaban la gran cascada, describiendo en su irrigar, el arco iris. 


                                     CASI SIEMPRE LLUEVE


         El sol no alumbra como antes. Su apariencia juvenil no revela los años vividos. El viejo ritual de la cacería ahora lo cumplen a solas, para que el otro no vea el hastío. Ayer ella no regresó, él, tras los vidrios del ventanal mojado por la lluvia, ve la llegada de un extraño. Cierra sus ojos y al abrirlos nuevamente, se desprenden pequeñas lágrimas sangrientas.

 

                                  LA SOMBRA EN LA LLUVIA


         La sombra en la pared alargaba la noche. Tenues luces lejanas dibujaban el frente del edificio, empapado por la lluvia. Fugazmente se deslizó por una abertura lateral. La calle estaba desierta. La penumbra interior se convirtió en un estallido fulgurante y volvió día la noche. Cuando la gente del pueblo salió para ver qué había sucedido, mezclado entre la multitud, un hombre de traje gris avanzaba quietamente tomando el ala del sombrero con una mano para cubrirse de la pertinaz llovizna. Una sonrisa torcida cruzaba su cara y en sus ojos un odio mortal brillaba embravecido.


                                      LLUVIA EN EL PARQUE


          Siente que ya no puede seguir avanzando. Sus piernas no permiten el movimiento necesario. Lentamente se deja caer en uno de los bancos del parque. A su derecha, un mendigo lo mira sorprendido. Las finas gotas de lluvia que comienzan a caer empañan sus lentes. Casi es mejor así, esa nube traslúcida  le da una relativa tranquilidad que hace tiempo no tenía. Suspira aliviado, extiende el paquete de cigarrillos a su ocasional compañero y juntos comparten un momento de distensión bajo el aguacero impiadoso.  

 

viernes, 25 de septiembre de 2020

HOY

 

Mis ojos ven más allá

De la mesa ovalada

De la taza vacía.

 

Se remontan a un tiempo

En que el alma vibraba

Con los sones del cuerpo

Remolinos de viento

Recordando esos días.

 

En el hoy se han quedado

Esa taza

La mesa

Mi mirada

La vida.

 

martes, 15 de septiembre de 2020

AMOR REAL

 Susana y su nuevo post me remontaron a esta vieja historia


                           Lo pusieron allí y de vez en cuando le echan agua, pero su apariencia no mejora. Me estoy secando, piensa el arrayán. Nadie se da cuenta, de a poco pierdo lozanía. Sus pequeñas hojas van cayendo sobre la heladera que le sirve de apoyo. La dueña de casa parece desconocer lo básico para mantener viva una planta, o un árbol, porque se sabe que el arrayán es un árbol, o lo será en el futuro, si llega, claro.

                           Enfrente, a escaso metro y medio y con unas pocas hojas verdes, muchas amarillas y un solo manojo de florcitas, un malvón está pasando por una situación similar, colgado de un portamacetas, entre las dos aberturas de la cocina- lavadero. Me riegan sólo cuando es necesario, piensa,  pero voy camino a secarme. 

                            Un día, se encontraron los dos en el balcón, uno al lado del otro, muy juntos. El malvón, sorprendido con la nueva compañía, lo miraba de reojo, lo olía al arrayán. Estaba a la vista que no producía flores. Él, al menos tenía un ramillete, aunque casi marchito. Temblaba, pensando que, si no engendraba nuevos pimpollos, perecería. 

                             El arrayán, mientras tanto, comenzó a sentir la proximidad de esa plantita insignificante que le habían puesto al lado. Él debería tener un lugar propio y bien amplio, con una base de tierra sustentable, de otro modo, ¿cómo cumpliría su destino de árbol 

                             Sin embargo, le caía bien el malvón. Por las noches, cuando la brisa era más fresca, veía extenderse sus ramas, como para alcanzarlo. Tal vez no le fuera indiferente tampoco, y buscara su protección con el fin de hacer amistad. ¿Por qué no?  Lo mejor sería que unieran sus energías y planearan una relación en común para tener algún futuro. 

                             Fruto de esta unión, el arrayán, con sus hojas tiernas y lustrosas, hoy desborda la maceta y el malvón luce orgulloso sus ramilletes de flores rojas, que van naciendo y muriendo en un ciclo sin fin.

viernes, 11 de septiembre de 2020

MI BANDERA

 

         Desde hace muchos años, en el mes de mayo, a partir del cual se conmemoran nuestras fechas patrias, mi bandera estuvo hasta hoy, 11 de septiembre, conmemoración del día del Maestro, en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento, maestro, estadista y presidente de los argentinos, flameando desde mi casa. Este año no fue así, ya sea por la pandemia o por el ambiente enrarecido, no había decidido colgarla en mi balcón. Pero ayer sucedió un hecho trascendental para nuestra patria. En respuesta a una infamia, un hombre de la política contestó con altura, firmeza y conciliación. Se trata de un gobernante de la oposición en nuestra capital, esa oposición que fue gobierno nacional en los cuatro años anteriores y varios más en la ciudad.  Lo que quiso ser una agresión y violación de la ley, se convirtió, en veinticuatro horas, en la demostración de lo que un hombre de bien puede hacer en el país. Y ahora estamos seguros de que el porvenir está a la vuelta de la esquina, de pronto y sin estridencias, tenemos esperanzas. Y por eso la bandera está ahí hoy, y estará hasta no sé cuando, a la espera de ese futuro promisorio que se avecina.