Susana y su nuevo post me remontaron a esta vieja historia
Lo pusieron allí y de vez en cuando le echan agua, pero su apariencia no mejora. Me estoy secando, piensa el arrayán. Nadie se da cuenta, de a poco pierdo lozanía. Sus pequeñas hojas van cayendo sobre la heladera que le sirve de apoyo. La dueña de casa parece desconocer lo básico para mantener viva una planta, o un árbol, porque se sabe que el arrayán es un árbol, o lo será en el futuro, si llega, claro.
Enfrente, a escaso metro y medio y con unas pocas hojas verdes, muchas amarillas y un solo manojo de florcitas, un malvón está pasando por una situación similar, colgado de un portamacetas, entre las dos aberturas de la cocina- lavadero. Me riegan sólo cuando es necesario, piensa, pero voy camino a secarme.
Un día, se encontraron los dos en el balcón, uno al lado del otro, muy juntos. El malvón, sorprendido con la nueva compañía, lo miraba de reojo, lo olía al arrayán. Estaba a la vista que no producía flores. Él, al menos tenía un ramillete, aunque casi marchito. Temblaba, pensando que, si no engendraba nuevos pimpollos, perecería.
El arrayán, mientras tanto, comenzó a sentir la proximidad de esa plantita insignificante que le habían puesto al lado. Él debería tener un lugar propio y bien amplio, con una base de tierra sustentable, de otro modo, ¿cómo cumpliría su destino de árbol
Sin embargo, le caía bien el malvón. Por las noches, cuando la brisa era más fresca, veía extenderse sus ramas, como para alcanzarlo. Tal vez no le fuera indiferente tampoco, y buscara su protección con el fin de hacer amistad. ¿Por qué no? Lo mejor sería que unieran sus energías y planearan una relación en común para tener algún futuro.
Fruto de esta unión, el arrayán, con sus
hojas tiernas y lustrosas, hoy desborda la maceta y el malvón luce orgulloso sus
ramilletes de flores rojas, que van naciendo y muriendo en un ciclo sin fin.
Me encanta la historia. Un beso
ResponderEliminarGracias Susana, gracias a vos la reviví, un abrazo!
EliminarEs una historia con gran sensibilidad y arte, en la que representas lo que motiva a la vida, no obstante las condiciones adversas. En todo hay alma.
ResponderEliminarUn gran abrazo!
Cuando dicen que a las plantas hay que hablarles se trata de eso, justamente, Sara, gracias, un abrazote!
Eliminar¡Qué bonita la historia! Yo no tengo paciencia para las plantas y me da una envidia tremenda aquellas personas que consiguen esas macetas o jardines tan hermosos.Pero el texto me ha parecido muy original ¿Qué dirían mis plantas si pudieran hablar?
ResponderEliminarUn beso, Mª Cristina
Ya ser una maestra es bastante Pilar Rita! Las plantas fueron importantes para mí un tiempo después de que mi mamá se fuera, primero fue la rebeldía, tirar todas, luego de a poco mis hijos me fueron regalando y tuve que cuidarlas, un abrazo!
EliminarQue ilusionante historia, y eso que a mi no se me dan bien mero así escrito es precioso. Abrazos
ResponderEliminarQué es lo que no se te da, Ester genia? Como dice la película "Mira quién habla"! Un abrazo!
EliminarParece querida María Cristina que me estáis ayudando con mi Bonsay.
ResponderEliminarResulta que se le están cayendo algunas hojas, ¿será porque está triste? Lo tengo encima de una mesa en la terraza y las demás plantas están un poco alejada, pero lleva ahí lo menos 10 años.
El jardinero me ha dicho que apenas lo riegue y que lo pode dentro de un par de meses.
Veremos que pasa.
Un fuerte abrazo...Ah, y muchos besitos a Sol que no me olvido de ella nunca.
Las plantas tienen su sensibilidad, Ma de los Angeles, cualquier cambio lo sienten, así que hay que ir viendo qué les va mejor, no sé de bonsays pero si tenés un jardinero que te aconseja está bueno. Le mando tus besitos a Sol, un abrazote!
ResponderEliminarLas plantas necesitan de cuidado como las personas, menos mal que al ponerlas juntas se amoldaron entre ellas. Muy bonita historia.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias Conchi, es así, un abrazo!
EliminarEstas cosas, naturales, suceden en los seres vivos, sean estos minerales, plantas, animales o humanos...
ResponderEliminarDonde menos puede que se dé, es tal vez en estos últimos! Demasiado "cerebro"!!
Abrazos Cristina.
jajaja, muy buena observación, Ernesto, un abrazo!
Eliminar