sábado, 18 de enero de 2020

APRENDIENDO TANGO EN CARNAVAL


          En mi barrio ya están ensayando las murgas para el carnaval que pronto llegará. Y esto me trae a la memoria mi más temprana juventud y el grupo de amigos de mi hermano y yo, concurriendo al  Club Vélez Sársfield o al Centro Asturiano. Fue ahí, precisamente, donde encontré a un excelso profesor de tango, de casualidad, cuando al sacarme a bailar con el clásico cabeceo, yo le dije, “derecho” y él me contestó “yo te llevo cruzado”. Así se denominaba el paso real del verdadero tango, el derecho era para los neófitos. Fue nada más tomarme en sus brazos y ya me sentí una bailarina avezada, su marcación en mi espalda me llevaba a dibujar con mis pies los pasos adecuados. Transcurrieron varios minutos, la música se iba multiplicando, y mi alegría también. Cuando llegó a su término la tanda, él me dijo, bueno, nos vemos en un rato y se fue. Mi hermano y sus amigos estaban ya en la pista de pasodobles, donde Los Gavilanes de España se disponían a comenzar su espectáculo. Bailé con ellos un rato y luego les dije, voy a encontrarme con un chico que me enseñó a bailar tango. Ellos se miraron y sonrieron, “¿y dónde te espera? preguntaron” En la pista, les dije, y salí rauda y entusiasmada. Al llegar, me puse a buscarlo denodadamente, no pude encontrarlo. Los vi cerca a los amigos de mi hermano, creo que sabiendo de antemano que mi presunto profesor había decidido desaparecer. Sabido era, que si hubiera estado interesado, no me habría dejado escapar!