No quiero decir mucho delante de esta gente que no conozco bien. Más tarde te cuento, pero te aseguro que no estoy loca, el piano se movió de lugar. Imaginate que algo tan pesado cambie de espacio así como así, es impensable. Consulté con Dorita, ella me juró y recontrajuró que no lo tocó para nada, pasó la aspiradora como siempre pero no lo movió un centímetro. Menos mal que la tengo a ella de testigo, sino cualquiera diría que tengo visiones o la edad me está trayendo delirios. Bueno, está bien, venite a casa en cuanto puedas, mañana a la tarde estoy, un beso, chau.
Pasá, pasá, qué calor nó. Dame el paraguas, claro, te entiendo, ahora llueve cuando uno menos lo espera. Preparé el té, pero si querés hago unos mates. No te hubieras molestado, qué ricas son estas masitas, las compraste en la esquina. Viste las delicias que hacen ahí. No se puede creer y los precios no te matan, porque por lo general lo bueno es caro. Mirá y decime si notás el desplazamiento, siempre estuvo casi pegado a la ventana, ahora está casi en el centro de la sala, es muy evidente. Claro, claro, pero qué tiene que ver el terremoto de Chile, sí, leí que tuvimos un corrimiento del eje del planeta, pero no será para tanto nó. Vení, vamos a la cocina, así estamos más cómodas.
No oís la música, de dónde viene. Qué raro, mis vecinos están afuera, esto es muy solitario cuando viajan. De dónde viene esa melodía, vení, quiero sacarme la intriga, pero no te asustes mujer, acompañame a la puerta de calle nada más, por ahí es un festival callejero de esos que arma el gobierno de la ciudad…AAAAYYYYYYYY…
(En medio de la sala, se ve el piano abierto y sus teclas moviéndose con gran energía, al ritmo de Bach)