sábado, 29 de septiembre de 2012

DE GNOMOS Y DUENDES

                        Los gnomos jugaban a las escondidas, el chubasco había pasado. Las hojas verdes y moradas resplandecían con sus
diminutos diamantes. Las voces de los pájaros llegaban desde todos los rincones del bosque. Un enorme arco iris dibujó el lado este del cielo.

          
                         Era un buen signo. Pronto vendrían los elfos a recoger las piedras preciosas. Aunque ya se habían emancipado, ninguno osaba transgredir las normas, en lo concerniente a la expresa orden de presentarse, apenas dejara de llover.


                         Si demoraban, los duendes oscuros se adueñarían del botín.

   
                         Una imprevista ráfaga de aire fresco sopló sobre las ramas y las gotas desaparecieron.

lunes, 24 de septiembre de 2012

HOY TENGO UN INVITADO

Quisiera presentarles a Juan Agustín, a través de este poema, pueden visitar su blog en este link:

http://yanarcajuanagustin.blogspot.com.ar/

 

miércoles, 8 de agosto de 2012

QUIZÁ SEA VERDAD...

Trataré de percibir,
entre el mito
y la Palabra,
la ciénaga
movilizante
de la Voz.

Intentaré separar,
al igual
que la calma
de los viento,
las certezas
olvidadas
entre los tiempos.

Buscaré dirimir,
entre incógnitos
rechazos,
hacia donde
dirigir aquello
Ponderado.

sábado, 22 de septiembre de 2012

APENAS AL BORDE

                            Habíamos caminado cuadras y cuadras bajo la persistente llovizna. Yo, parloteaba agitada por el paso presuroso, la respiración entrecortada. El, me observaba de reojo y sonreía; hablaba de los logros de su pareja, con entusiasmo. Yo, aprobaba con mi cabeza.

                        

                            Íbamos a cruzar una calle y el semáforo nos frenó. Quedamos muy juntos; él, se inclinó suavemente, yo, esquivé su cara. Un rictus de desencanto cambió sus facciones de un momento para el otro. Cuando llegábamos casi a la vereda de enfrente, su pie, apenas acarició el borde del cordón. Dio media vuelta y se perdió en la noche.     

martes, 11 de septiembre de 2012

IMAGEN EN EL ESPEJO

          Sentada en el borde de la cama, (mi espalda se encorva con facilidad ahora) miro la imagen que me devuelve el espejo de la cómoda. Observo detenidamente el contorno, reflejado en las paredes; los retratos, los veladores disímiles por roturas irrecuperables, y el ventilador, en el centro del techo, detenido a la espera del verano.


           Apoyo mi mano en la fría superficie. Cierro los ojos y pienso hacia atrás, horas diferentes en un cuerpo joven, confiado, mañanas con chicos y escuela, noches en vela con anginas, días y años corriendo en el tiempo. Los chicos ya crecidos, sus vidas independientes, renovados temores, que no sufran, que no sufran.


            La mujer sentada en la cama, ya no está ahí.
En cambio, un nuevo retrato muestra, en la pared de enfrente, a una anciana, sonriendo.



jueves, 6 de septiembre de 2012

ESTOY SEGURA DE QUE SE MOVIÓ

No quiero decir mucho delante de esta gente que no conozco bien. Más tarde te cuento, pero te aseguro que no estoy loca, el piano se movió de lugar. Imaginate que algo tan pesado cambie de espacio así como así, es impensable. Consulté con Dorita, ella me juró y recontrajuró que no lo tocó para nada, pasó la aspiradora como siempre pero no lo movió un centímetro.   Menos mal que la tengo a ella de testigo, sino cualquiera diría que tengo visiones o la edad me está trayendo delirios. Bueno, está bien, venite a casa en cuanto puedas, mañana a la tarde estoy, un beso, chau.

                          Pasá, pasá, qué calor nó. Dame el paraguas, claro, te entiendo, ahora llueve cuando uno menos lo espera. Preparé el té, pero si querés hago unos mates. No te hubieras molestado, qué ricas son estas masitas, las compraste en la esquina. Viste las delicias que hacen ahí. No se puede creer y los precios no te matan, porque por lo general lo bueno es caro. Mirá y decime si notás el desplazamiento, siempre estuvo casi pegado a la ventana, ahora está casi en el centro de la sala, es muy evidente. Claro, claro, pero qué tiene que ver el terremoto de Chile, sí, leí que tuvimos un corrimiento del eje del planeta, pero no será para tanto nó. Vení, vamos a la cocina, así estamos más cómodas.

                           No oís la música, de dónde viene. Qué raro, mis vecinos están afuera, esto es muy solitario cuando viajan. De dónde viene esa melodía, vení, quiero sacarme la intriga, pero no te asustes mujer, acompañame a la puerta de calle nada más, por ahí es un festival callejero de esos que arma el gobierno de la ciudad…AAAAYYYYYYYY…

                           (En medio de la sala, se ve el piano abierto y sus teclas moviéndose con gran energía, al ritmo de Bach)

sábado, 1 de septiembre de 2012

VECINDAD

               Enfrente hay un edifico más viejo que el mío, alguien observa disimulado, igual que yo, lo que pasa alrededor; la curiosidad nos aúna y acorrala. Nada de mirar directamente, sólo de soslayo, inclinando la cara hacia otro lado, no quedar en evidencia. El primer piso fue remodelado hace unos quince años, llegó una mujer joven con su pequeño hijo y ahí nomás hubo festejo, luces, globos, ruido, gente entrando y saliendo del balcón. El bullicio fue el acicate, me asomé de inmediato y vi a un grupo de chicos de no más de seis o siete años, arrojando los globos hacia la calzada y disfrutando en grande cuando el paso de un automóvil los hacía explotar. Suspiré aliviada cuando una parejita de enamorados que transitaba por la vereda, alcanzó a salvar algunos y se los llevó de souvenir. Ahora la mujer está sola, el hijo no aparece, al menos no por el balcón.
En el último piso también hubo diferentes remodelaciones, ya con la ventaja del patio terraza que fue cubierto y acondicionado con equipo de aire. Ahí vive un matrimonio de mediana edad, un  adolescente se deja ver de vez en cuando. Hace dos años nació un segundo hijo. El es alto, corpulento, con un abdomen  considerable. Se sienta en su cómodo sillón y mira hacia donde estoy, asomando su cabeza entre la mampara y el enrejado. Digo, mira, pero disimula, como yo. Abarcamos la totalidad del paisaje con aparente indiferencia. La mujer es bajita, morocha y agradable, ella riega las plantas y acomoda al pasar, luego desaparece. Mi balcón es abierto, yo salgo, me instalo en los sillones, extiendo las piernas y tomo mate o leo, según la hora. Aunque el mate no tiene horario, hay ocasiones en que el calor de la noche me lleva a la brisa fresca y a la infusión reparadora. Desde hace un tiempo, lo hago de espaldas a mi compañero curioseador, para demostrarle que no me importa si está ahí o nó para vistear. Giro la cabeza y espío por el rabillo, lo adivino en la oscuridad. A veces enciende y apaga las luces al momento, como un mensaje, acá estoy. Cuando decido entrar y bajo la persiana, siento su mirada clavada en mí como diciendo, hasta mañana.