Por todas partes se escuchan
palabras y más palabras. Todos hablan y hablan y parecen tener soluciones a
problemas existentes, antiguos y actuales. Cuando el bolsillo no tiene fondo y
el dinero se va antes de poder contarlo, la gente pierde la ecuanimidad, ve
todo negro y no puede hacer valoraciones de un gobierno en su totalidad.
Entonces se dice, todo está mal, nada se ha hecho para modificar un mal rumbo. En
realidad se han hecho obras importantes para una buena calidad de vida, pero
han quedado desdibujadas por el apriete económico. Y aunque se auxilie desde el
estado a muchas personas carenciadas, la clase media baja no la está pasando
bien porque no recibe ayuda y tiene que hacer frente a aumentos desmedidos día
a día en consumo de comestibles, servicios, etc., con sus propios ingresos. Este
año tenemos que votar, y es importante hacer una evaluación justa para llegar a
una elección que contemple a la mayoría. Para lograrlo sería bueno no escuchar
tantas palabras, sino mirar nuestro entorno, realizar una mirada abarcativa de
la realidad. Quienes transitamos unos cuantos años, hemos vivido una y otra vez
situaciones como éstas. Salir del círculo vicioso sería lo mejor que nos podría
suceder.