Una y otra vez le llegan
los recuerdos, momentos, chispazos, la noche en que el abrazo llegó inesperado,
y las palabras, “¡tantos años!”.
Quizás ya estaba
decidido a irse para siempre y fue la nostalgia anticipada lo que lo llevó a
abrazarla de ese modo.
Ella quedó quieta,
agazapada en la apretura, sin saber qué decir ni qué hacer. Pero no pudo
escapar de lo que llegó después.
Hay destinos que se cumplen
inexorablemente.