miércoles, 29 de febrero de 2012

EL FORASTERO

                    El hombre llegó arrastrando los pies y se sentó a beber, casi no se lo escuchó hablar. Su portafolios, viejo y raído, reposaba en el piso, cerca del mostrador. Dejaba pasar las horas con el vaso en la mano, a veces agitaba el aire hasta encontrarlo y bebía insaciable.

                    El dueño del boliche lo llenaba de nuevo, como atento a una orden predicha, un acuerdo entre los dos. De a ratos lo observaba de reojo, calculando cuándo caería inconsciente. Pensaba, “otro más para el fiado, mejor le voy cobrando ahora para no perder todo después”. Le llamaba la atención que de vez en cuando girara la cabeza hacia la escalera. Su mujer llegaría de un momento a otro, no le gustaba madrugar. Se miró las manos, las manchas delataban la edad, años y años la misma rutina, sin cambio en días y noches, ¿para qué? En el pueblo estaban habituados a entrar y olvidarse del mundo, algunos jugaban a los dados, otros a las cartas, la mayoría, simplemente se ponía a tomar hasta que había que ayudarlos a llegar hasta sus casas. Estaba tardando demasiado, tendría que subir a despertarla. Dos años atrás llegó como de paso y se quedó. Mejor dicho, él la había hecho quedar, en cuanto la vio, se enamoró. Después, el tiempo hizo el resto; al parecer, no la esperaban en ningún otro lugar y por comodidad o gratitud, seguía ahí. Se daba cuenta de que no lo quería, pero era casi feliz sintiéndola cerca. Todo no se puede tener.

                       Levantó la vista, ella bajaba por la escalera distraída, arreglándose el pelo. Cuando estuvo a su lado, rozó su mejilla y le dijo, como siempre, “andá a descansar, ya estoy yo”. El la retuvo un momento, aspiró su aroma a recién bañada y luego se fue yendo despacio. No había llegado al primer escalón cuando un estampido a su espalda lo paralizó. Al darse vuelta la vio tendida, la sangre comenzaba a rodearla. El borracho sostenía en su mano vacilante el arma, todavía humeando.

             

miércoles, 22 de febrero de 2012

HURRA!!!!! CREO QUE LO LOGRÉ!!!! SI AHORA NO TIENEN QUE PONER LAS HORRIBLES LETRAS, AVISENME ASÍ FESTEJO!!!

domingo, 19 de febrero de 2012

ALGO PARA PENSAR

Cuando uno analiza su vida, no es cuestión de prestar atención sólo a los propios
pensamientos, sino de observar también los efectos que producimos en los demás. Así sabremos si avanzamos o retrocedemos.

sábado, 18 de febrero de 2012

CÓMO SER BUENA VECINA...SI TE DEJAN

                En estos últimos tiempos me he cuestionado seriamente mi antiguo concepto de buena vecina. Creí serlo, pero algunos hechos recientes me han hecho dudar.

                Ya relaté acerca de mi vecino que se droga y bebe en soledad, produciendo ruidos a la madrugada, consecuencia de sus acciones desmedidas. Nunca saludó muy efusivamente, tal vez por tener alguna certeza de mi pared compartida. Hace algunas noches, alrededor de las once, tocó el timbre y me pidió si podía abrirle la puerta de calle, él había dejado su llavero dentro del departamento. Le di mi llave y prometió devolverla, así lo hizo al rato, luego de escuchar yo los trabajos del cerrajero, que en dos minutos solucionó su problema. A partir de ahí casi ni saluda. Es como si creyera que le voy a cobrar el favor.

                  Otro tema pendiente, el perrito de arriba que hace pis sobre mi balcón, también escribí sobre eso, pensaba que se iba a solucionar. No fue así, no solo no me han abierto la puerta cuando iba a reclamar, sino que tuve que llamar al dueño por teléfono repetidas veces. Me atendió muy amablemente, prometió hablar con su inquilino, pero hasta ayer el amarillo líquido seguía decorando mi balcón. Fue cuando tomé el celular, y desde el mismo balcón, para que mi vecino del noveno escuchara, hablé fuerte y potente con el dueño, diciéndole que el administrador tenía instrucciones precisas para una solución definitiva. Parece que fueron palabras mágicas, A la hora, mi vecino dueño del perrito, tocó el portero eléctrico. Pero no para pedir disculpas, sino para, de manera arrogante, preguntar dónde estaba el problema, porque él trabajaba todo el día y no lo sabía. Le contesto, señor yo soy la damnificada, ahí parece que entendió algo de un juicio porque empezó a despistar, resultado, manifestó que se iba a ocupar, ahora mismo voy a la ferretería, fueron sus palabras. Espero que no haya pensado en un martillo.

lunes, 6 de febrero de 2012

DICEN QUE DICEN...

Dicen que mi ex no eligió bien
Que su nueva pareja nada tiene diferente a mí
Juzgan las apariencias
En realidad, ella es una mujer de mundo
Yo una mujer de hogar.
Si eso no es poca diferencia…
A propósito, si alguien busca
Una mujer de hogar… ja ja ja

viernes, 3 de febrero de 2012

ALGO IBA A SUCEDER

                            



                       Bajamos del tren atropellándonos, nuestros buenos modales durante el viaje no iban a despojarnos de la primicia. Cualquiera de nosotros podría haber hablado, consultado, es más, haber tirado de la campana de emergencia en medio del trayecto para sacarnos las dudas sobre el posible desastre, que presentíamos podría estar sucediendo en ese lado de la ciudad. 

                        Todos habíamos observado a la gente corriendo, llevando equipaje a tontas y a locas por los laterales del recorrido del tren. Sin embargo, ningún comentario había surgido, nos mantuvimos herméticos en nuestro interrogante. Fingiendo una indiferencia que estábamos lejos de sentir. El solo hecho de iniciar una conversación en ese sentido, nos habría puesto en el lugar de la gentuza que puebla las calles, chismorreando sobre lo que acontece, sin el menor decoro.

                          Por supuesto, cada uno en su asiento, sentía miles de agujas clavadas en su espalda, impeliéndolo hacia el exterior.
¿Cómo no querer salir huyendo hacia el lado contrario, si la gente allá abajo nos señalaba con horror, mientras corría por andenes y a campo traviesa? Ese sentimiento, callado y compartido, nos unía en la infinita soledad de la convivencia ocasional, ese día, en ese tren.

                           Ahora, por fin, tendríamos la respuesta clara o fatal, apenas se detuviera la máquina. Apiñados y anhelantes, en cuanto pusimos un pie en tierra firme, una gigantesca sombra de agua y lodo, proveniente del noroeste, nos aplastó.