Bajamos del tren atropellándonos, nuestros buenos modales durante el viaje no iban a despojarnos de la primicia. Cualquiera de nosotros podría haber hablado, consultado, es más, haber tirado de la campana de emergencia en medio del trayecto para sacarnos las dudas sobre el posible desastre, que presentíamos podría estar sucediendo en ese lado de la ciudad.
Todos habíamos observado a la gente corriendo, llevando equipaje a tontas y a locas por los laterales del recorrido del tren. Sin embargo, ningún comentario había surgido, nos mantuvimos herméticos en nuestro interrogante. Fingiendo una indiferencia que estábamos lejos de sentir. El solo hecho de iniciar una conversación en ese sentido, nos habría puesto en el lugar de la gentuza que puebla las calles, chismorreando sobre lo que acontece, sin el menor decoro.
Por supuesto, cada uno en su asiento, sentía miles de agujas clavadas en su espalda, impeliéndolo hacia el exterior.
¿Cómo no querer salir huyendo hacia el lado contrario, si la gente allá abajo nos señalaba con horror, mientras corría por andenes y a campo traviesa? Ese sentimiento, callado y compartido, nos unía en la infinita soledad de la convivencia ocasional, ese día, en ese tren.
Ahora, por fin, tendríamos la respuesta clara o fatal, apenas se detuviera la máquina. Apiñados y anhelantes, en cuanto pusimos un pie en tierra firme, una gigantesca sombra de agua y lodo, proveniente del noroeste, nos aplastó.
Lindo relato. Te invito a que visites mi blog y leas algo. Soy nuevo, así que mucho no vas a encontrar.
ResponderEliminarUn carismático abrazo!
Gracias por tu visita, Mathías, ahora voy a conocerte, abrazo
ResponderEliminarInteresante relato..creo que cuando algo así sucede nos olvidamos de los buenos modales y es válido, claro, lo que sea por sobrevivir..aquí esa fingida indiferencia los llevó a ese final trágico.
ResponderEliminarBuen relato amiga.
Buen fín de semana
Besos.
Parece de película.Refleja el comportamiento irracional de las personas, cuando pierden su identidad ante el pánico. un beso (te mandé mail)
ResponderEliminarHola Lao, eso quise mostrar precisamente, gracias, voy a ver tu mail, un abrazo!
EliminarSí Diazul, quise reflejar el comportamiento de personas que se manejan en un mundo ficticio, reprimiendo emociones para luego desencadenarlas sin razón, gracias, un abrazo grande
ResponderEliminarPase a visitar tu blog y me encontre con esta maravilla de relato es buena, muy buena, te felicito y desde Jaén te mando un abrazo y te deseo un feliz fin de semana
ResponderEliminarGracias Miguel sos muy generoso con tus elogios, en realidad vos sos un muy buen poeta! Abrazo
EliminarRealmente encantador. Ese final donde por fin tienen su respuesta, Dios!!! Qué sensaciones viví, qué bien lo supiste transmitir!!! Me gustó el comentario de Lao.
ResponderEliminarGracias, María Cristina.
Andri
Hola Andri, gracias por haberte metido en el relato, un abrazo grande!
EliminarHermosa expresion del comportamiento huamno frente al panisoc. Otro hermoso relato,
ResponderEliminarUn brazo
Gracias Lapislazuli, un abrazo también
Eliminarexcelente trabajo María Cristina y gracias por ser una habitual del bogardismo.
EliminarGracias chicos, es un gusto pasar a visitarlos, un abrazo
Eliminarun muy interesante texto, escrito con cierta delicadeza que de ninguna manera desdibuja el nudo del comportamiento de esas personas.
ResponderEliminarmuy bueno Cris, me encanto
Gracias Laurita! Un abrazote
EliminarHola Maria Cristina. Muy buena la historia. Como dice Lao, parece de pelicula. Es asi. A veces uno ante la desperacion pierde todo sentido, se enloquece, busca salvarse a tods costa sin importarle nada ni nadir
ResponderEliminarTe nando un abrazo
Y sí Gustavo, el comportamiento humano a veces sorprende porque en otros casos muestran solidaridad, un abrazo grande
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