¡MUY FELIZ 20121 PARA TODOS!
No me equivoqué, solo que en cada respuesta a los amigos de los blogs ponía ese año y debía corregirlo, así que ahora lo patenté, no sea cosa que alguno haya quedado por ahí y alguien se lo apropie!
H
O
Y
QUIERO
REENCONTRAR
CON MIS MEJORES DESEOS
LA ALEGRÍA DULCE DE LA NAVIDAD
JUNTO A TODOS MIS SERES QUERIDOS
QUE SON MUCHOS MÁS SI INCLUYO
A LOS MUY BUENOS Y VALIOSOS AMIGOS
COMPAÑEROS DE BLOGS SIN IGUAL
UN NUEVO AÑO NOS TRAERÁ
RENOVADOS MOMENTOS DE FELICIDAD
¡SI LOGRAMOS VENCER A LA ADVERSIDAD!
Son tiempos para lo pequeño, diría el I
ching, lo grande deberá esperar. No nos
pongamos tristes mirando al mundo girar loco y descontrolado. Eso no lo
podremos manejar ahora, en medio de tanta injusticia, dolor, desesperanza .
Solo debemos concentrarnos en nuestro más cercano círculo, el de la familia,
los amigos, la gente que conocemos y valoramos. Reforcemos esos vínculos con
amor y amistad, siendo solidarios en las necesidades de unos y otros. Prestemos
atención a quienes piden ayuda y tratemos de estar ahí. Miremos además hacia
adentro, veamos qué necesita el espíritu para equilibrarnos y hagamos de eso
una tarea sustentable. Que nada nos quite la esperanza en un porvenir quizás
aun lejano pero posible.
Así fue como digo / que conocí a mi
marido /
Me enamoré de su nuca / y fue mío y
el de muchas.
Un día lo vi de espaldas / rondaba el
mes de febrero /
Y mejor hubiera sido / conocer su
peluquero.
Porque su nuca yo vi / muchos días de
mi vida /
Cuando con vos compungida decía /
me voy un tiempo querida.
Y entre esas idas y vueltas / pasó el
tiempo y las heridas /
que por fortuna cerraron / con su
última partida.
Mas esto no es una queja / al
contrario / ya de vieja /
valoro lo que he vivido / aunque quede
lo sufrido /
perdido en tiempos de lloros / hoy
soy feliz y valoro /
lo que tengo y quiero tanto.
Estos versos desvelados / de las dos
de la mañana / no son solo sentimientos / sino emociones variadas.
Soy la piedra en el zapato / de unos
cuantos / Si el destino lo ha querido / no soy quién para cambiarlo.
De qué voy a hablar / con quién / de qué
/ palabras no dichas / palabras calladas
/ prefieren estar muy dentro de mí / quizás deberían / salir a la luz / para no
estallar.
Pero que a mí no me pasa / que a mí
no me va a pasar / pero un día sí me pasa / y ahí me quiero ver bailar.
Los pelos de la barbilla / tiene su
maña encontrarlos / algunos son mañaneros / otros más bien nocheros / lo
importante / estar atenta / y con la pinza en la mano / para evitar al contacto
/ pinchar a otro ser humano!
P.D. Disculpas al pié.
Perdón poetas!
El Negro tiene la
mala costumbre de eructar en medio de una comida, sin importar quiénes estén
delante. El dice que en la antigüedad era signo de buena educación, como
muestra de lo bien que se había servido una mesa. Nadie ha logrado convencerlo
de que los años han cambiado esas ideas por otras muy diferentes y que debe
taparse la boca y disimular lo mejor posible un incipiente eructito. Así que
las peleas con su mujer por el tema son interminables. Estercita no le tolera
esos malos modales, sobre todo porque ha sido educada en un colegio de monjas,
con todo rigor. Sus hijos, adolescentes ya, son el resultado de esa unión
estrafalaria, por lo tanto, uno actúa como la madre, dulce y delicado y la otra
como el padre, feroz y mal entrazada. No se podía pedir nada peor para este
clan familiar. Cuando llegan las fiestas de fin de año y tienen que planear el
encuentro con el resto de la parentela, todo son reparos. (Tenemos que aguantar
a ese maleducado). Y ahí hace su aparición el Negro, vistiendo, para sentarse a
la mesa, una camiseta, unos shorts de baño y ojotas. El dice que bastante tiene
con uniformarse el resto del año para repartir soda casa por casa, que
lo dejen tranquilo disfrutar del placer de vivir cómodo en su propio hogar, y
vocifera ¡Por qué no me dejan de jorobar un poco eh, manga de mantenidos! Pega un
puñetazo en la mesa y se termina la cuestión. Todos comen con la cabeza gacha.
Al fin y al cabo, en esta familia, es el único que trabaja.
Un viejo poema...
Infinitamente
Miles de ojos miran
mis ojos
Miles de sueños
sueñan mis sueños
Todos y uno
hermanadamente
Como antes de la gran
explosión.
Y después
Miles de manos buscan
mis manos
Miles de bocas
pronuncian palabras
Que no serán dichas
Por otras miles de
bocas cerradas.
Tuve dos jefes en dos empresas hermanas, una dependiente de la otra, la primera fabricaba máquinas agrícolas exclusivamente, ingresé apenas cumplidos los dieciocho, quien me entrevistó fue quien sería mi superior directo. Simpático, agradable, nos caímos bien de entrada. Al poco tiempo descubrió que me incomodaba el escritorio en su mismo despacho y lo ubicó fuera, en el salón principal junto a las chicas de contaduría, con quienes enseguida congenié, salvo con una, Isolda Aída Romano, su ascendencia del norte de Italia no perdonaba a la mía, del sur, y me miraba desde su montaña y me chicaneaba continuamente, tan hermosa como mala. Laura es mi gran amiga desde entonces, madrina de dos de mis hijos, y Teresa era la proveedora de la gran tortilla de su mamá para el almuerzo, que acompañábamos con jamón en una gran figasa al mediodía en la pausa. Mi jefe tenía una amante en el Banco Alemán, cuando lo llamaba por teléfono se le transfiguraba la cara, en seguida nos dábamos cuenta que hablaba con ella. Un día llegué con tortícolis, no podía girar la cabeza, al rato cayó mi jefe, igual!!! Carcajadas y bromas en general. Cuando esa empresa cerró me derivaron a la principal, también en puesto similar pero con distinto jefe. Para él todo era ya! Un día me hizo pasar a su escritorio y me preguntó sobre mi vida personal, no me llamó mucho la atención, fue respetuoso. A la semana me propuso quedarme una hora extra algunos días para actualizar el fichero, muy abandonado por la secretaria anterior. (Acá hago un paréntesis, en los dos lugares reemplacé a futuras mamás que se iban con su panzota a dar a luz a sus bebés, y algunos años más tarde yo hice lo mismo, gran casualidad) La cuestión es que yo dije que sí, y mi mamá también. Se sentaba en la entrada del salón y desde ahí vigilaba sonriente. A la semana mi jefe creyó que el fichero podía seguir atrasado y me dijo que no necesitaba más mis horas extras, todo con muy buenos modales. Al año ya me estaba casando con un compañero, que casualmente me ayudó con el ficherito y fue el padre de mis hijos. Mi jefe lo reconvino por robarme sin permiso, pero nos mandó una orquídea de regalo. Estaba en un pedestal que quedó abandonado por ahí. Como comprenderán, guardo mejores recuerdos de mi primer jefe, todo un señor.
Ayer estaba enviando un mensaje de voz por
watsap a mi hija, y veía que la ventana del comentario se ampliaba a medida que
yo hablaba. No me sorprendió demasiado, parecía estar todo bien, pero al
concluir mi charla y quitar el dedo para enviar, ¡se desplegó un extenso texto
escrito! No podía entender, comencé a
leer lo supuestamente oral de mi discurso y había incongruencias, por ejemplo,
hablaba de un bebé, (creo que mi hija debe ir urgente a hacerse un evatest,
está en esa etapa en que la fertilidad se va y no se va) dado lo extraño de la
situación, creo estar en presencia de una tecnología que me supera. Cuando mi
hijo llegó para almorzar y hacerme las compras semanales, ya que yo no salgo
para nada, le di el teléfono para que revisara dónde podría haber estado la
falla. Me lo devolvió diciendo, no sé qué hiciste o qué pasó, acá está todo
bien. Y no es la primera vez que me suceden cosas así, ya en otras
oportunidades el teclado toma vida propia, lo que me lleva a pensar que no solo
estamos en el futuro de las máquinas en la ficción, al menos en mi celular ¡ya
están presentes en la realidad!
LLANTO DE LLUVIA
EN UNA ESQUINA
La mujer estaba inmóvil parada en esa esquina. Sus lágrimas caían sobre la vereda formando pequeños lagos circulares, poco a poco se fueron extendiendo y ahondando. Cuando ya nada se pudo hacer, más que flotar, ella se elevó en un segundo. Los rayos del sol traspasaban la gran cascada, describiendo en su irrigar, el arco iris.
CASI SIEMPRE LLUEVE
El sol no alumbra como antes. Su apariencia juvenil no revela los años
vividos. El viejo ritual de la cacería ahora lo cumplen a solas, para que el
otro no vea el hastío. Ayer ella no regresó, él, tras los vidrios del ventanal
mojado por la lluvia, ve la llegada de un extraño. Cierra sus ojos y al
abrirlos nuevamente, se desprenden pequeñas lágrimas sangrientas.
La sombra en la pared alargaba la noche. Tenues luces lejanas dibujaban el frente del edificio, empapado por la lluvia. Fugazmente se deslizó por una abertura lateral. La calle estaba desierta. La penumbra interior se convirtió en un estallido fulgurante y volvió día la noche. Cuando la gente del pueblo salió para ver qué había sucedido, mezclado entre la multitud, un hombre de traje gris avanzaba quietamente tomando el ala del sombrero con una mano para cubrirse de la pertinaz llovizna. Una sonrisa torcida cruzaba su cara y en sus ojos un odio mortal brillaba embravecido.
LLUVIA EN EL PARQUE
Siente que ya no puede seguir avanzando. Sus piernas no permiten el
movimiento necesario. Lentamente se deja caer en uno de los bancos del parque.
A su derecha, un mendigo lo mira sorprendido. Las finas gotas de lluvia que comienzan
a caer empañan sus lentes. Casi es mejor así, esa nube traslúcida le da una relativa tranquilidad que hace
tiempo no tenía. Suspira aliviado, extiende el paquete de cigarrillos a su
ocasional compañero y juntos comparten un momento de distensión bajo el
aguacero impiadoso.
Mis ojos ven más allá
De la mesa ovalada
De la taza vacía.
Se remontan a un tiempo
En que el alma vibraba
Con los sones del cuerpo
Remolinos de viento
Recordando esos días.
En el hoy se han quedado
Esa taza
La mesa
Mi mirada
La vida.
Susana y su nuevo post me remontaron a esta vieja historia
Lo pusieron allí y de vez en cuando le echan agua, pero su apariencia no mejora. Me estoy secando, piensa el arrayán. Nadie se da cuenta, de a poco pierdo lozanía. Sus pequeñas hojas van cayendo sobre la heladera que le sirve de apoyo. La dueña de casa parece desconocer lo básico para mantener viva una planta, o un árbol, porque se sabe que el arrayán es un árbol, o lo será en el futuro, si llega, claro.
Enfrente, a escaso metro y medio y con unas pocas hojas verdes, muchas amarillas y un solo manojo de florcitas, un malvón está pasando por una situación similar, colgado de un portamacetas, entre las dos aberturas de la cocina- lavadero. Me riegan sólo cuando es necesario, piensa, pero voy camino a secarme.
Un día, se encontraron los dos en el balcón, uno al lado del otro, muy juntos. El malvón, sorprendido con la nueva compañía, lo miraba de reojo, lo olía al arrayán. Estaba a la vista que no producía flores. Él, al menos tenía un ramillete, aunque casi marchito. Temblaba, pensando que, si no engendraba nuevos pimpollos, perecería.
El arrayán, mientras tanto, comenzó a sentir la proximidad de esa plantita insignificante que le habían puesto al lado. Él debería tener un lugar propio y bien amplio, con una base de tierra sustentable, de otro modo, ¿cómo cumpliría su destino de árbol
Sin embargo, le caía bien el malvón. Por las noches, cuando la brisa era más fresca, veía extenderse sus ramas, como para alcanzarlo. Tal vez no le fuera indiferente tampoco, y buscara su protección con el fin de hacer amistad. ¿Por qué no? Lo mejor sería que unieran sus energías y planearan una relación en común para tener algún futuro.
Fruto de esta unión, el arrayán, con sus
hojas tiernas y lustrosas, hoy desborda la maceta y el malvón luce orgulloso sus
ramilletes de flores rojas, que van naciendo y muriendo en un ciclo sin fin.
Desde hace muchos años, en el mes de
mayo, a partir del cual se conmemoran nuestras fechas patrias, mi bandera
estuvo hasta hoy, 11 de septiembre, conmemoración del día del Maestro, en
homenaje a Domingo Faustino Sarmiento, maestro, estadista y presidente de los
argentinos, flameando desde mi casa. Este año no fue así, ya sea por la
pandemia o por el ambiente enrarecido, no había decidido colgarla en mi balcón.
Pero ayer sucedió un hecho trascendental para nuestra patria. En respuesta a
una infamia, un hombre de la política contestó con altura, firmeza y
conciliación. Se trata de un gobernante de la oposición en nuestra capital, esa
oposición que fue gobierno nacional en los cuatro años anteriores y varios más
en la ciudad. Lo que quiso ser una
agresión y violación de la ley, se convirtió, en veinticuatro horas, en la
demostración de lo que un hombre de bien puede hacer en el país. Y ahora
estamos seguros de que el porvenir está a la vuelta de la esquina, de pronto y
sin estridencias, tenemos esperanzas. Y por eso la bandera está ahí hoy, y
estará hasta no sé cuando, a la espera de ese futuro promisorio que se avecina.
Desde ayer estoy emancipada! Mi hijo
menor pudo al fin mudarse a su casita propia y aunque es seguro que
extrañaremos los intercambios diarios (el me dice que soy peleona yo aseguro
que son solo diferentes opiniones intercambiables) los abrazos, las comidas
compartidas (aun con teléfono mediante) nos adaptaremos cada uno a su propia
realidad, porque ambos somos solitarios y disfrutamos de nuestra soledad
positiva, así la llamo. La pandemia ayudó de algún modo a que pudiera armar su
nido, ya que trabajando desde acá pudo hacer todos los arreglos para recibir el
mobiliario y los utensilios necesarios. En mi caso, recién hoy caí en la
cuenta, el sábado fue la mudanza y ayer quedé reacomodando, muy entusiasmada
todo el día. Y me siento bien, contenta con su progreso, y armando mi nueva rutina, que no
necesariamente será rutinaria. Solo espero que antes de fin de año podamos
reunirnos las familias y amigos como antes, mis encuentros habituales con dos
amigas de años, fuera de casa, cambiando el ambiente con charlas interminables,
matizadas con risas y reflexiones varias. Por ahora nos conformamos con
encuentros esporádicos con mis otros hijos, ellos hacen el permiso de cuidado
familiar por un día. La calle la miro desde mi balcón, mientras cuido las
plantas que piden atención, ya comprobé que algunas necesitan cambio de
ubicación para crecer mejor, así que las voy rotando y mimando. Y por suerte
Netflix tiene estrenos de series en septiembre, algunas con temporada dieciséis! Mis libros, las películas, en fin, me preparo
para la nueva etapa de mi vida “exterior”.
Los argentinos tenemos memoria, no es verdad que olvidemos y dejemos pasar, lo que sucede es que algunos se benefician olvidando. Y como saben relatar la historia a su conveniencia, queda en el titular lo que se quiere instalar. Quienes viven en el exterior y los jóvenes compatriotas que escuchan esos discursos, creen en ellos. Hay habilidad para equiparar faltas, la delincuencia no puede ser igual a cometer errores. Al presidente Macri lo denostaron por pertenecer a una familia corrupta. Pero él no lo es, hasta el final de la vida de su padre tuvieron malas relaciones, precisamente por las diferencias éticas. El peronismo usó y abusó de la comparación, son especialistas en borrar de un plumazo las malas acciones propias y vociferar las ajenas. A quien le interese ver cómo se comportaron anteriormente lo podrá comprobar de inmediato, yendo a los archivos de reportajes en vivo. El gobierno macrista logró restaurar las instituciones, pero no pudo superar la difamación y los golpes bajos, sobre todo del ala más dura, la que responde a la actual vicepresidente. La gobernadora anterior quiso acercarse a toda la gente, pero tropezó con los intendentes que mostraban una cara y ejecutaban otra. Le endilgaron faltas que ellos cometieron a sabiendas. Para enfrentarse a la hipocresía no basta con la buena voluntad, se necesita desenmascarar con mano firme. Y eso faltó, por eso es muy inocente ahora sorprenderse por lo que pasa, es sabido cuáles son sus intereses personales y los direccionan muy bien. La moral está en decadencia, no hay muchas esperanzas, los viejos sabemos soportar, los jóvenes tendrán que salir adelante sin confiar en nadie, por sus propios medios. Pido disculpas a quienes me siguen y los canso con mi discurso, solo puedo hacer catarsis escribiendo acá.
Era una de las noches de carnaval. Mi
papá se había subido a los techos para conseguirle rosas a la prima Alicia.
Ella insistía en que tenían que ser rojas acorde al traje de gitana que llevaría
en la salida con su novio. Se había creado un clima de nerviosismo, yo era
chica, pero percibía la tensión en el ambiente. Tuvo que conformarse con un
ramo de rosetas de ese color, y muy a disgusto se lo colocó en el pelo, al lado
del rodete. Estaba linda en realidad, pero su carácter no le permitía ser
agradecida. Llegó un día a casa, luego de una gran pelea con su familia, la
mamá era prima de la mía, que creyó tener una ayuda para vigilar a sus pichones
mientras trabajaba y en cambio fue una pesadilla. Alicia era bailarina clásica
del teatro Colón, se iba todas las mañanas muy temprano y volvía por las
tardes. Sus horarios no le dejaban tiempo para trabajar y mantenerse, así que
aceptó hacerse cargo de algunas tareas en casa, por ejemplo, hervir en un gran
recipiente la leche del consumo diario que en ese entonces nos traía cada
mañana el lechero. Un día la puso en el
fuego mientras hablaba con su novio por teléfono. Al grito mío ¡se va al fuego
la leche! ella, muy tranquila dijo a su enamorado, por mí que se venga el techo
abajo mientras hablamos, ¿no es cierto amor? Resultado, estropicio. Todo era
conflicto con ella, la paciencia llegó a su fin y se fue de un día para otro,
no supe los detalles. Años después escuché algo pero no tuve la certeza, como
que no pudo superar el no verse comprendida y tomó alguna triste decisión. Ah!
El título fue el nombre que ella eligió para hacerse conocer en el mundo de la
danza clásica, y que no pudo trascender, por eso lo traigo acá, para dejarlo
impreso como vestigio de una ilusión que no fue.