sábado, 30 de junio de 2012

MI PRIMO

Yo escucho siempre detrás de las puertas. Es la única manera de enterarme de lo que pasa. Mi vieja me huele y cuando hablan con mi viejo y las otras tías, se fijan primero si ando cerca. Pero como me escondo bien, nunca se dan cuenta. La mamá de Cachito se las tomó con un pariente lejano que le dicen el primo Juan Carlos. Yo sé que no es ningún primo, fue todo un invento de la tía para mandarse a mudar con el tipo. Primero se iba un tiempo de viaje y pasaba algunos días allá donde él vivía, pero al final se fue y chau. Pobre Cachito, me da lástima, lo veo tan zonzo, haciéndose el bebé con ese conejo pelotudo que arrastra de acá para allá, que le tuve que decir la verdad. Para que no se rieran de él por atrás los otros pibes del barrio. Porque las chusmas que se enteran de todo desparraman las noticias y los muy hijos de puta se la agarran con mi primo. Yo lo voy a defender si lo cargan de nuevo cuando pase en bici por la otra cuadra, donde están los tarados estos. También, pone en el canasto a ese conejo mugriento del que no se separa ni a sol ni a sombra. Cómo no lo van a jorobar, no sé cómo no se da cuenta que ya está grande para andar con juguetes. Se ofende si le digo que es un juguete, él dice que es su único amigo, ¿y yo qué soy entonces?  Claro que soy su primo, pero también soy su amigo, el que lo acompaña cuando sale solo a caminar; como todavía es chico, en una de esas se pierde, y el padre está tan mareado que ni se da cuenta de lo que hace. Se la pasa suspirando y tomando mate en la puerta de la pieza. A veces parece que se le vuelca el agua porque saca el pañuelo y se seca las manos y después se suena la nariz. Cada día está más flaco, ni la comida hace ya. Menos mal que Cachito viene a comer a mi cocina, sino se lo estaría llevando el viento también, como a mi tío. Hoy es sábado y en un rato van a venir todas las parientas, los escuché anoche, van a hacer una reunión para decidir qué se hace con Cachito. Si a alguien se le ocurre llevárselo lejos, están locos, a mi primo nadie me lo saca. Le voy a prestar mi cama, que se acueste a los pies, y también los patines, esos que tienen las ruedas torcidas pero todavía sirven. Y los dos nos vamos a ir a la plaza, todos los días un ratito, hasta la hora de la leche.

jueves, 21 de junio de 2012

ATRACO

                      Regresaba al Banco después de mi hora de descanso, cuando a media cuadra observé a la pareja que salía de la sucursal. Él, era un cliente; ella, rubia, vestida de rojo y muy elegante, no. Los dos con idénticos maletines. A unos pasos de la peatonal, cuatro tipos de riguroso traje oscuro los rodearon.



                       El tráfico me impedía avanzar. Un movimiento en el grupo dejó al descubierto un arma de fuego, que derribó de un certero disparo al cliente sobre la vereda.


                
                        Con los maletines que antes llevara la pareja y aferrando de un brazo a la mujer, partieron hacia la esquina donde yo aguardaba para cruzar. Mientras ellos ascendían a un automóvil con el motor en marcha, quise arrebatarles a su víctima. Pero al acercarme vi que ella sonreía, suave y aviesamente sonreía.


viernes, 15 de junio de 2012

LOS DETALLES

                   El detective miraba sus notas, sorprendido por la cantidad de detalles anotados a las apuradas y también conmocionado por la cercanía con la mujer muerta. Hasta un mes atrás, había conversado con ella en la entrada del edificio cuando coincidieron uno entrando y el otro saliendo. Hablaron sobre una vecina, enferma terminal muy querida por ambos, que dos años antes se había ocupado de solucionar problemas serios del consorcio. En aquella oportunidad, la unión de casi la totalidad de la gente contribuyó a un resultado feliz que aun disfrutaban. No podía suponer que poco tiempo después tendría que reconocer y registrar el lugar del aparente suicidio de su ocasional interlocutora de aquel día.
                
                    La escena mostraba el testimonio de esa decisión. El cubrecama, triste y descolorido color terracota, que la vio acomodar por última vez el cuarto, algo arrugado por el desplazamiento del cuerpo. El velador encendido, a su lado un tubo vacío de pastillas y la botellita de agua tirada sobre la alfombra. Y la foto del hijo, singularmente presente en su ausencia, testigo inocente y mudo, pero con los ojos bien abiertos, mirando desde otro lugar sin comprender, y a pesar de todo acompañando a su madre para no sentirse abandonado ni abandonarla, sin preguntas, aceptando ese destino que ella eligiera. Y ahí también estaban los frascos sobre la cómoda, prolijamente alineados como para usarlos en cualquier momento, pequeños envases con distintos contenidos. Y todo quedó ahí, sin uso posterior ni futuro, sólo para servir a una reproducción meticulosa y precisa. Para dejar sentados los detalles concretos anteriores a una acción inexplicable.

                         

domingo, 10 de junio de 2012

DOÑA MAGDALENA

                 Llevaba la batuta en la familia, hija, yerno y nietos bailaban al ritmo del bastón de la buena señora. Peinada de peluquería de la mañana a la noche (misterios del dormir sentada) canas cubiertas con un rubio ceniza perfecto, el porte de una reina hecha y derecha, Doña Magdalena.

                  Recuerdo el día en que la conocí. Llevada por no sé qué comentarios, me empezó a interrogar sobre mi matrimonio, como si me conociera de toda la vida. Yo ya no era una joven inocente y desprevenida, la miré con simpatía y le dije, ¿qué tal Magdalena, cómo la trata el reuma? Me odió en ese mismo instante y para siempre.

                  La hija y el yerno le dejaban a los chicos en sus horas de trabajo, ellos mismos le daban las armas y ella disparaba sin piedad. Con una mucama que ayudaba en todos los quehaceres los mantenía a raya, horarios de escuela, almuerzo, merienda, deberes, clases adicionales, todo supervisado al dedillo.

                   Lástima que tuvo que enterarse por una vecina de la infidelidad de su propia hija, eso la puso a meditar seriamente un breve tiempo sobre la actitud a tomar. Hizo una astuta y discreta investigación del presunto culpable y decidió que era mejor que su yerno. La trama y el método de Doña Magdalena para lograr su propósito no es algo relevante, pero sí los resultados. Ahora los chicos están con su mamá, que dispone de un personal trainer, días de sauna y masajes, tarjeta ilimitada y viajes por el mundo. Los fines de semana el papá pasa a buscar a sus hijos, mientras ella sale a disfrutar de diferentes paseos con su valiosa adquisición, mejor dicho, la de su madre y mentora, Doña Magdalena.