En los últimos días ocurren cosas de las
que no me puedo enterar totalmente por estar en la vereda equivocada. Resulta
que tengo el balcón con protección y no puedo asomar la nariz, lo mismo en las
ventanas de los dormitorios, razón por la cual si se produce un entuerto del
lado de mi casa es imposible verlo. Escucho voces destempladas, a veces ruidos
sorpresivos, y salgo hasta donde puedo alcanzar la mirada y nada! En cambio, en
la vereda de enfrente un montón de gente mira curiosa. ¿Y dónde queda mi propia
curiosidad satisfecha? Nadie está tomando en cuenta eso, y me siento muy
disgustada. Ya pensé en hacer una queja por los medios, planteando el problema,
y dando alguna solución. Si alguien necesita descargar su impotencia, que lo
haga enfrente, así me entero de todos los detalles, de lo contrario corro serio
riesgo de un problema coronario. Se sabe que lo peor para la salud es la
incertidumbre, ¡así que a ponerse las pilas!
sábado, 23 de mayo de 2020
martes, 19 de mayo de 2020
Y UN DÍA EL CHOCOLATE FUE FATAL
Una amiga de
mi mamá llegó de su viaje a Bariloche trayendo una enoooorme caja de chocolate
en rama, toda una novedad en aquellos tiempos. Yo tendría unos ocho años, mi
hermano estaba en la escuela, iba al turno tarde para que no peleáramos todo el
día, solo la mitad. Ellas se fueron a charlar al patio, yo me quedé con la caja
en la cocina, mala idea de mi mamá, dejar en mis manos la gran tentación. Creo
que demoré una hora más o menos en bajarme tres cuartos del contenido, no lo
comí todo porque pensé en los demás, claro que no de manera muy equitativa. Al
rato, un dolor de cabeza intenso me llevó hasta donde estaban charlando
animadamente, en un principio no le dieron importancia, ponete un pañito frío,
me dijeron, sin saber el origen del malestar. Como yo empecé a quejarme, fueron
y vieron lo que había sucedido, de inmediato me dieron a tomar un vaso con agua
y bicarbonato, con esto se te va a pasar, dijeron. Sí, pasó, pero no como yo
esperaba. Me llevaron al dormitorio, mi papá guardaba cama con un dolor lumbar
muy fuerte. Armaron mi sofá cama y me hicieron acostar, ya la pelela al lado
mío en el piso me dio mala espina, y no fue menor la sorpresa de la casi
inmediata devolución del seductor chocolate al interior de la bacinilla,
ayudada por mi papá, que saltó como un resorte desde su lugar para auxiliar a
la traviesa criatura y sus consecuencias. El dolor de cabeza desapareció como
por encanto, pero creo que hasta el viaje de egresados de mis hijos no volví a
probar las tentadoras ramas, no sin un poco de aprensión y con gran generosidad
de mi parte para compartir.
lunes, 11 de mayo de 2020
LA VIDA COTIDIANA
Mi hijo
menor trabaja desde casa en estos tiempos de cuarentena. Él atiende a clientes
de inversiones en su Banco, y ahora comprendo la complejidad a la que estaba
ajena mientras lo hacía en su puesto diario. Escucho los diálogos que mantiene
con diferentes personas, no todas llaman para el tema específico, sino que como
los internos están abarrotados quedan eligiendo el de inversiones para cualquier
consulta, dado que esta categoría no funciona a full por los tiempos que
corren, a no ser que alguien quiera rescatar fondos y venderlos. Entonces se
suscitan conversaciones muy curiosas, la gente está necesitada de hablar y
saber qué pasa con sus tarjetas, sus plazos fijos, sus cuentas en general. Y
comienzan sus diálogos derramando en la línea telefónica los avatares que
sufren cuando solo son atendidos por contestadores automáticos. Cuando mi hijo
me cuenta que el llamado empieza con el agradecimiento por ser atendidos por un
ser humano, me conmueve mucho. Como soy mayor!!! entiendo a mis congéneres, que
son por lo general los agradecidos. La gente más joven tiene otra cintura. Claro
que también se encuentra con personas que quieren asesoramiento telefónico para
trámites que no se pueden hacer en persona y que se derivan a internet. Y ahí
soy testigo presencial del mal humor que se genera, y al finalizar la llamada
escucho: ¡ATENCIÓN AL SUICIDA! Es su descargo, que claramente no puede hacerlo
ante el cliente molesto. Comprobé que se necesita una gran paciencia para
algunos casos, algunos con buena voluntad y otros no tanto de parte de los
clientes. La buena educación es primordial, y el descargo posterior también!!!!
viernes, 8 de mayo de 2020
BAJO EL PARAGUAS DEL TIEMPO
¿Te acordás…? Así empezamos con mi
hijo la charla, uno de estos días en que la cuarentena nos encuentra con más tiempo
compartido. Y afloraron las anécdotas de uno y de otro, y en un momento dado
nos dimos cuenta de que episodios tristes o dolorosos, se hacían más livianos y
hasta llevaderos en el recuerdo. Incluso los agraviantes los comentábamos
sonriendo, con el agregado humorístico…”qué h…de p…”. Es bueno saber que no
solo podemos olvidar y perdonar, sino incluso revivir temas sensibles y
sobrellevarlos con una sonrisa de comprensión, como si el dolor se trastocara,
no dejando que ni una gota de rencor nos manche el presente. Es como un baño de
frescura muy saludable, sin necesidad de la armadura que solemos cargar en
algunos casos para que no nos lastimen. Y enlazarlos con situaciones alocadas y
hasta ridículas que nos hicieron desternillar de la risa. Ah! Cuánto alivio y
gratitud se sienten después.
viernes, 1 de mayo de 2020
LOS DERECHOS HUMANOS DE LOS DELINCUENTES
En mi país
está de moda defender los derechos humanos de los que han delinquido de una u
otra manera. Por eso se han liberado y enviado a sus domicilios a asaltantes, asesinos,
narcotraficantes, secuestradores, violadores y castigadores familiares. Para
preservarlos del virus en sus lugares de detención. Si se puede entender esto
de una manera lógica y aprobarlo es que está en Argentina, “país generoso”. Desde
hace tiempo mi cabeza da vueltas con la idea de que el problema se debe atender
desde los pies para llegar a la cabeza. Empezar por construir cárceles
adecuadas con lugar y asistencia para quienes están ahí para cumplir sus
condenas. Eso no se hace, entonces, la excusa para sacarlos a la calle es que
son “lugares de hacinamiento”. ¿Quién corrige eso como se debe? Nadie. Hay
espacios de sobra para hacer edificaciones y emplear a gente que no tiene
trabajo, réditos mutuos, pero no. Por otra parte, ¿cómo pueden estar en cárceles
comunes violadores y los que ejercen violencia familiar? Para ellos debería
haber instituciones diferenciadas que atiendan esas situaciones puntuales con
psicólogos y psiquiatras. Vuelta a lo mismo, hay que construirlas, daría
resultados equitativos. No se trataría de gastos extraordinarios sin retribución.
Ayer, todo el país se volcó a una manifestación desde sus casas con cacerolas y
bocinas, pidiendo justicia, pero de la verdadera. Los delincuentes en sus
lugares, las víctimas a salvo.
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