Mi país está en medio de un gobierno populista y corrupto. No todos los
países con gobiernos socialistas tienen los mismos problemas, acá se unen
varios, pero el principal es la entrañable y profunda corrupción que no permite
cambios para mejorar. La administración anterior se vio impedida de llevarlos a
cabo por los continuos ataques desde diferentes ámbitos, muchos desde las
instituciones en sus cargos secundarios, que defendían ideas políticas contrarias
y fogoneaban desde adentro lo bueno que se podía realizar. La deuda interna era
enorme, como así también el aumento de empleados estatales, nombrados a último
momento y sin lugar físico para trabajar. Grupos organizados atacaban proyectos
en ciernes y no los dejaban salir a la luz. Luego fue fácil echarles la culpa
de los fracasos a quienes intentaban realizarlos, y ponerlos en la picota. El
año próximo habrá elecciones, ya se prepara el terreno del odio a la “derecha
maldita” con acalorados discursos intencionados para dividir aún más al pueblo,
sembrando sospechas, posponiendo deudas. Mi humilde propuesta es no caer en la
trampa nuevamente, la oposición mayoritaria no debe llevar al mejor exponente
para luchar por la presidencia, todo lo contrario, que una figura ignota se
presente y los actuales vuelvan a ganar, así harán el desgaste necesario para
que se vea realmente adónde quieren llevar sus planes, es imprescindible que se
pase por ese prueba de fuego aunque todos tengamos que sufrir, que se hagan
cargo de su desastre y se decante totalmente la situación. Sólo así y desde las
cenizas podremos renacer.