Este último tiempo estamos en crisis educacional en casa de mi hija, mi
nietita parece una adolescente a sus cinco años, cuestiona, contesta, se
empecina. Los diálogos instructivos parecen no dar resultados satisfactorios.
Lo único que la pone en órbita es un frenado a toda voz y determinación que la
supera.
El comienzo de las clases esta semana redundó en un ida y
vuelta de respuestas desconcertantes, y ante la pregunta, por qué decís callate
la boca no te importa, a cada rato? ella contestó, “Malena y Emita me lo
dijeron todo el día en la escuela” Hoy, en el teléfono, ya en mi casa,
hablábamos sobre el tema, y mi hijo más chico, que es un hombre de veintisiete
cumplidos, salió de su lugar de estudio y entretenimiento para enterarse de la
situación por la que atraviesa su ahijada y sobrina. Aunque en apariencia se
muestra siempre algo distante con ella, en realidad sus sentimientos quedaron a
la vista cuando al escuchar: “sí, hay que ponerle freno, está copiando a sus
compañeritas agresivas, tenemos que enseñarle a defenderse y no traer a la casa
la respuesta agresiva…” él, muy alterado, ofreció la solución, dejame que yo
hable con ella, le voy a decir que las mande al c…..!
Sin irnos a los extremos, a veces es necesario que los
chicos aprendan a poner freno a estas cosas en el mismo lugar donde se
originan, ya la mamá y el papá se están ocupando, esperemos los buenos
resultados, en caso contrario, ahí está el tío padrino, alerta con su frase de
cabecera!