Desde Judas al tiempo moderno, hay
informaciones erróneas, que se utilizan para hacer luego leimotiv e imponerlos
como verdades. “El beso de Judas” para indicar al traidor. La supuesta traición
no fue tal, sino un apóstol que quiso que los gobernantes vieran al verdadero
enviado de Dios y con tal propósito lo llevó ante la multitud que lo condenó.
Al comprobar que todo había sido un tremendo error se suicidó. Sino, ¿qué
sentido tiene que al recibir el dinero lo hiciera? Un filósofo nuestro hace
pocos días lo afirmó, yo dije, ¡es lo que pienso!
Otra
situación, más local y de hace algunos años, se dio con un famoso médico que
luego de participar de las elecciones para un determinado partido político y
perder éste, se cruzó de vereda y fue a colaborar con los contrarios. Los
entretelones no se publicaron, que fueron los que lo llevaron a esa decisión
mucho antes de que se dieran los resultados, la decepción ante las promesas que
no se iban a cumplir. De ahí salió el mote Borocotear, derivado de un apelativo
suyo, Eduardo Lorenzo, Borocotó, en homenaje a su papá periodista. Ahora
cualquiera que se cambie de bando es un Borocotó.
Un famoso artista
de rock fue invitado a una Universidad para dar una charla sobre la intimidad
de los shows, se le hicieron muchas preguntas y hubo una que pegó el batacazo.
Las fans muchas veces se desbordan, quienes quieren tener relaciones no piden
documentos y sucede que se mezclan menores sin que se advierta, porque su
apariencia no lo denota. También se extendió en catalogar diferentes tipos de
conductas y habló de la histeria que pide una relación con violación. De ahí se
fue desvirtuando su alocución hasta llegar a endilgarle que las mujeres en
general piden que las violen. Todo un mar de críticas cayeron sobre él, que se
vio obligado a pedir disculpas por algo que no había dicho. Por un tiempo no se
supo más nada, tuvo que desaparecer de los medios para que no lo siguieran
condenando. El facilismo para caer en críticas y condenas es alarmante. La
necesidad de crear escándalos para llenar espacios deriva en mancillar nombres
y personas de manera censurable. Esto me lleva a una frase de un viejo
comunicador de radio. “…porque siempre hay que mirar el otro lado de las cosas”.