Hola, ¿cómo estás Negrita? Te veo bien, después de tomar la decisión de quedarte sola. Él te pidió el divorcio pasados los cuarenta y dos años de casados. Vos accediste, al fin y al cabo ya era notorio que había encontrado dónde refugiarse y lo querías lo suficiente para dejarlo volar. Al tiempo se quedó solo y luego murió. Ahora sos divorciada y viuda, una alegre, no de las que van revoleando la carterita, sino por tu carácter, como Olaf, el muñeco de nieve que ama el verano. Tengo una definición: “Aries, un alma infantil que desconoce las complejidades del alma adulta.” ¿Y tus sueños? Ah, eso es otra cosa, te conformaste con acariciarlos, pusiste prioridades. Y para nada estás arrepentida. Tu familia es el bien más preciado. Algunos piensan que debés rehacer tu vida, formar una nueva pareja, pero como el santiagüeño cuando le preguntan si conoce la lluvia, decís, “yo ya he visto”. Tu soledad elegida la llevás muy bien, también disfrutás de las visitas o salidas. Hace algunos años te sorprendió tu imagen en una fotografía. ¿Dónde estaba la chica sexy? Había desaparecido, y en su lugar habitaba una mujer madura acercándose a la vejez. El cambio fue abrupto, te costó acostumbrarte. Pero la vida te trató bien, tuviste muchas compensaciones ante algunas faltas. Y la tercera edad te encuentra en paz y armonía. Bueno, creo que estamos a mano vos y yo, como en “Joe Black”, te llevarás “un lindo retrato” cuando llegue la hora, te abrazo fuerte, ¡voy a estar cerquita!