domingo, 9 de octubre de 2016

Y DE UN DÍA PARA OTRO...SE FUE PARA SIEMPRE

                  Los que me siguen desde hace un tiempo saben que estoy divorciada pero en muy buenas relaciones con el papá de mis hijos, él me pasaba a buscar siempre que había reuniones de familia y me traía de vuelta, nunca hubo ningún gesto que denotara el fastidio por la molestia, siempre buena voluntad y generosidad. El fin de semana anterior pasó el domingo con mates y charlas, el martes se sintió mal, fue al sanatorio y le decretaron neumonía. El miércoles su corazón dijo basta. Todo fue tan rápido que no pudimos registrar la mínima evolución de los hechos. Nos enmudeció la sorpresa, el dolor ante lo inevitable. Cuando sucede de esta manera uno trata de buscar respuestas, no las hay, ya pasó y no hay remedio. La familia se une para hacer lo necesario, se abraza, se consuelan unos a otros. Y después sigue el dar la noticia a los más viejos y los más chicos, otro momento inenarrable, hay que llegar entero a ese instante para acompañar la reacción con fortaleza. Y ahora nos quedamos sin su presencia en todas las reuniones, su colaboración cotidiana ante las necesidades. Ya no podré llamarlo o mandarle mensajes para contarle que el programa de tangos tiene tal o cual artista de visita. Ahora comenzaremos un nuevo camino donde él será el recuerdo.

domingo, 2 de octubre de 2016

EL AROMA A CAFÉ

          Hace ya algún tiempo escribí sobre un vecino que no vive bien, toma alcohol en exceso, sus noches son largas y ruidosas, en soledad con su mala costumbre. Es inteligente, al lado de las dos consabidas botellas de vino vacías, siempre se encuentra en el cuarto de la basura un envase grande de agua soda para hidratarse. Hoy recibí una grata sorpresa, al ir a llevar mi bolsa de residuos y pasar por su puerta, llegó hasta mí un suave aroma a café recién hecho. Pasó un buen rato y todavía se siente el olorcito dentro de mi departamento. Quizás se haya producido algún milagro y la vieja costumbre haya mutado para su bien. Quizás mañana no encuentre los conocidos envases. Creo que tiene algo más de la edad de mis hijos mayores, alguna vez, hace dos o tres años, lo visitaban sus dos hijas adolescentes. Aun ahora, sentada ante mi computadora me llega el saludable olor, y además trae esperanzas.