sábado, 13 de abril de 2013

MI PRIMO HÉCTOR

                                Era el gran animador de velorios. No se perdía uno y se dedicaba a contar anécdotas de su vida diaria con tanto entusiasmo y gracia que uno nunca sabía si eran verdaderas o agrandadas producto de su imaginación. Ahora esa época pasó, no se sabe si porque ya no están todos los que tenían que partir y la vida se alargó a la espera de los que van a llegar al límite en algún momento o porque las casas velatorias imponen otras conductas más circunspectas y no dan lugar a reuniones coloquiales diversas.  En la actualidad, nos encontramos en los cumpleaños con pelotero de los sobrinos nietos, y tratamos de conversar por sobre el ruido de los parlantes y el ir y venir de los chicos y sus circunstancias. Resulta algo difícil escuchar claramente, entonces nos acercamos, intercambiamos alguna que otra palabra y hacemos como que entendimos todo para no perturbar la sordera del otro y hacerle repetir lo dicho. La frustración es evidente pero la disimulamos, entonces queda el llamado telefónico posterior, sobre todo el de él quejándose de lo poco que había para deglutir, y las explicaciones mías, Héctor vamos a estar con la familia nó a comer dejate de jorobar que tenés que hacer dieta después de todo, y los bufidos de disconformidad del otro lado de la línea ante mis comentarios racionales, para mí, no para él. Porque resulta que las reuniones de mi sobrina tal no son como las de cual, que unos atienden mejor que otros a los comensales y bla bla bla. En fin, no hay manera de hacerlo entrar en razones, que los cumpleaños infantiles son eso, no para alimentar a familiares exigentes y de buen paladar.
                               En tiempos pasados, las casas chorizo eran el lugar apropiado para todo tipo de festejos, pienso que Héctor siente la nostalgia de aquellas reuniones multitudinarias de gente y comida y no se conforma con los cambios de la modernidad. Su antigua cámara Kodak, tomando instantáneas de todo lo que sucede alrededor, lo muestra bien a las claras.