miércoles, 8 de julio de 2020

MI PRIMO


             Yo escucho siempre detrás de las puertas. Es la única manera de enterarme de lo que pasa. Mi vieja me huele y cuando hablan con mi viejo y las otras tías se fijan primero si ando cerca. Pero como me escondo bien, casi nunca se dan cuenta. La mamá de Cachito se las tomó con un pariente lejano que le dicen el primo Juan Carlos. Primero se iba a ir un tiempo a pasar algunos días allá donde él vivía, pero al final se fue y chau. Pobre Cachito, me da lástima, lo veo tan zonzo, haciéndose el bebé con ese conejo pelotudo que arrastra de acá para allá, que le tuve que decir la verdad. Para que no se rieran de él por atrás los otros pibes del barrio. Porque las chusmas que se enteran de todo desparraman las noticias y los muy hijos de puta se la agarran con mi primo. Yo lo voy a defender si lo cargan de nuevo cuando pase en bici por la otra cuadra, donde están los tarados estos. También, pone en el canasto a ese conejo mugriento del que no se separa ni a sol ni a sombra. Cómo no lo van a jorobar, no sé cómo no se da cuenta de que ya está grande para andar con peluches. Se ofende si le digo que es un juguete, él dice que es su único amigo, ¿y yo qué soy entonces? Soy su primo, pero también su amigo, el que lo acompaña cuando sale solo a caminar; como todavía es chico, en una de esas se pierde, y el padre está tan mareado que ni se da cuenta de lo que hace. Se la pasa suspirando y tomando mate en la puerta de la pieza. A veces parece que se le vuelca el agua porque saca el pañuelo y se seca las manos y después se suena la nariz. Cada día está más flaco, ni la comida hace ya. Menos mal que Cachito viene a comer con nosotros, sino se lo estaría llevando el viento, como a mi tío. Hoy es sábado y en un rato van a venir todos los parientes, los escuché anoche, van a hacer una reunión para decidir qué se hace con él. Si a alguien se le ocurre llevárselo lejos, están locos, no se los voy a permitir. Le voy a prestar mi cama, que se acueste a los pies, y también los patines, esos que tienen las ruedas torcidas pero todavía sirven. Y los dos nos vamos a ir a la plaza, todos los días un ratito, hasta la hora de la leche.

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Es ficción, Susana, eso no quita que haya casos tristes como éste por ahí,un abrazo!

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  2. Unos abrazos desde mis vacaciones, gracias por tus historias

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  3. Muy estremecedora historia, mucho me temo que terminará en una institución, porque el narrador, no va a decidir el destino de Cachito.
    Abrazos.

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    1. Es una historia inventada por mí pero puede ser real en algún ámbito, y refleja la inocencia de los chicos y sus sentimientos, un abrazo Sara!

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