Hace
más de una semana abandoné este mundo y en mi familia parecen no darse por
enterados. Miran hacia mi cama y hablan entre ellos en voz baja, luego me
sonríen con ánimos. Actúan con afecto y consideración, me
preguntan cómo me siento. ¿Que cómo me siento? ¡Ausente me siento! ¿No me ven acá
arriba, dando vueltas y vueltas?
Ya en la mañana temprano
empieza el desfile, yo les grito, ¡Ey, acá estoy! Ellos como si nada, cambian
las sábanas, sonriendo, siempre sonriendo. ¡Qué caras de estúpidos tienen!
Nunca vi gente tan cabezadura. Me da pena por los chicos, ellos me traen
caramelos, se sientan y me cuentan lo que hicieron durante el día, si se
pelearon en la escuela. Eso es lo que más voy a extrañar. Las charlas con mis
nietos, son tan chiquitos e inocentes. Pensar que un día van a ser tan tontos
como sus padres y tíos, que no se dan cuenta de que el viejo se fue.
Muy Bueno. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Ángel!
EliminarMuy original. Un beso
ResponderEliminarGracias Susana, un abrazo!
EliminarUna idea con gran potencial...
ResponderEliminarPaz
Isaac
Podríamos seguir con las sensaciones del más allá, todo un misterio Isaac, un abrazo!
EliminarMuy buena historia. Se dan casos así, de indiferencia de los descendientes, :'(
ResponderEliminarOtro abrazo.
Imaginé la historia de alguien que está en coma y se va de la vida sin que lo noten sus familiares, un abrazo Sara!
EliminarMuy bueno. Es una visión diferente.
ResponderEliminarBesos
La visión del fin de la vida desde otro lugar, un abrazo Rita!
EliminarPues para "no estar" hay que ver el talante que te gastas... :)))))
ResponderEliminarCuando bajes de nuevo, avisas. Pasaremos a saludar!
Gran abrazo amiga.
jajaja, tranquilo que ya estamos bajando nuevo trabajo viejo, Ernesto, un abrazo!
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