Ese era mi
vecino, el que dejaba cada día dos botellas de vino y una de agua mineral
vaciado ya su contenido, en el cuarto de residuos. Hace dos semanas se mudó,
dejando tras de sí grandes charcos de agua pisoteados en su recorrido hasta la
salida, como despedida informal. Nunca
fue muy sociable, pero durante el día se lo podía ver serio y circunspecto,
saludando con la cabeza muchas veces. Cuando vino a vivir lo visitaban dos chicas
adolescentes, muy parecidas a él, supongo que eran sus hijas, pero repentinamente
no vinieron más. De noche la historia era otra, se transformaba como en la
novela, se lo oía dando voces o cantando hasta la madrugada, cuando clareaba se
iba a dormir. El mediodía solía ser su habitual salida, tosiendo mientras
aguardaba el ascensor. Casualmente, ese sábado yo había puesto un CD de música
española muy alegre para acompañarme en la limpieza de la casa. Fue sin querer
mi saludo final. A pesar de su ruidosa noctambulidad jamás me quejé, su living daba a mi
dormitorio, y lo tomaba como algo inevitable, de alguna manera era una
compañía. De casualidad me enteré ahora que es psicólogo. Quizás pueda
desempeñarse bien en su profesión, ayudando a quienes lo consulten, pero como tantas
veces sucede en la vida, la suya tiene una dominación que no puede manejar, la
soledad del alcohol es su cómplice y amigo.
La soledad busca compañia y la encuentra, el encontró el vino que nunca le llevo la contraria. Buen relato, abrazucos
ResponderEliminarGracias Ester, es triste pero es parte de la vida, un abrazo!
EliminarHay mucha gente con doble cara. Un beso
ResponderEliminarY qué esfuerzo le debe demandar, no? Un abrazo Susana!
EliminarLa vida aveces no es tan sencilla, pero Dios nos cuida a todos
ResponderEliminarPaz
Isaac
Es así, Isaac, un abrazo!
EliminarUn relato real, y entretenido, de una situación cotidiana.
ResponderEliminarSe te ve muy templada en todo el proceso...
No sé si sería digno de estudio psicológico... jajajajajjaja...
Abrazos Cristina.
El estudio sería para mí? El destino quiso que viviera rodeada de vecinos turbulentos, hubiera preferido que se mudaran los del piso superior, a esos me cuesta mucho más tolerarlos. Un abrazo Ernesto!
EliminarA veces los Psicólogos se llevan "trabajo" a casa. Eso le ha pasado al novio de mi nieta, ha tenido que dejar la plaza y dedicarse a traducir pues se ponía peor que sus enfermos...
ResponderEliminarDe todas maneras, tu vecino ya se ha marchado.
Un abrazo.
Sí Ma de los Angeles, el trabajo en casa se hizo viral en esta época de pandemia, y a muchos los salva, el caso de este muchacho vecino siempre me dio pena, sobre todo porque conoci a sus hijas y eran dos chicas hermosas que dejaron de verlo por su condición, en fin, un abrazote!
EliminarCon todo y tu templanza para sobrellevar colindancias un tanto molestas, tal vez hasta lo vas a extrañar. :)
ResponderEliminarUn gran abrazo. Gracias por tu recibimiento.
Sí Sara, no sé si extrañarlo, pero hubiera preferido que se mudaran los de arriba! No son buena gente, y él era solo malo para sí mismo, un abrazote!
EliminarParadojas de la vida, Cristina. En casa de herrero cuchillo de palo, decía mi abuelo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tal cual, Rafael, es llamativo cómo una persona puede desdoblarse y ser eficaz en un perfil y todo lo contrario en otro, un abrazo!
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