EL TÍO TITO
Llegó a la otra orilla, llevada por la abuela, para disfrutar de unas vacaciones prolongadas. No más de dos meses, le había dicho la mamá. Apenas arribaron a Montevideo, toda la gran familia salió a recibirla con invitaciones a distintas casas, a playas alejadas y paradisíacas, en fin, no se podía quejar. La perspectiva veraniega era todo lo que podía soñar y más.
En la casa de la abuela la esperaba el tío Tito, sonriente y animado. Charlaba con ella en las horas de la siesta, o mientras la abuela cocinaba o hacía las compras; en cada momento disponible se acercaba, amigable y solícito. Era un misterio para ella dónde había estado su tío en el tiempo anterior. Nunca nadie le había hablado de él, hasta ese verano. Había ciertas actitudes que llamaban su atención, cada vez que se retiraba de la mesa levantaba la mano, como en un aula de enseñanza o alguna otra institución. A veces la intimidaba un poco su cercanía, se decía que por la falta de confianza, recién lo estaba conociendo. El le elogiaba su largo cabello castaño, que intentaba acariciar sin llegar a hacerlo, ella lo rehuía con hábiles movimientos, alejándose para tomar agua o comer una galleta, justo cuando la mano de él se aproximaba.
Le pidió una foto para mostrarla a sus compañeros de trabajo, se alegró por no tenerla. El hecho de que su tío fuera poseedor de una fotografía suya, la hacía estremecer.
Con los años, cuando recordaba esa época, pensaba si no había sido injusta con el tío Tito, que tan amable y tierno se mostrara con ella. Sin embargo, y casi al mismo tiempo, presentía que ese instintivo proceder suyo, de alguna manera, la había salvado.
MA CRIS
ResponderEliminar¿Sería tu tío abuelo?, jaja, yo también tuve un tío abuelo TITO. Generalmente los TITOS tienen su carácter. ¿ves aún a parientes de Montevideo?, es una ciudad que me fascina, me encanta, muchísimo.
beso nena
Hola Magú, seguís en el ciber o ya tenés arreglada la compu? En cuanto a tus preguntas, te contesto como Anuar Bolaños, uno escribe ficción, ja ja ja, besitos
ResponderEliminarBueno, tampoco hay que desconocer que toda ficción tiene sus raices en la realidad.
ResponderEliminarYa hemos acordado que el inconsciente nos domina en gran medida. Y no hay nada que se anide mejor entre las sombras de la mente que nuestros temores.
Mariacé,
tu texto me recordó los cuentos de Raymond Carver: diciendo sin decir.
Qué alegría verte por acá, Anuar, lástima que justo te estaba plagiando para salir del paso, ja ja ja. Tenés mucha razón, no hay que dar muchas explicaciones, ahí está todo, y gracias por esa comparación con Carver, me queda grande.
ResponderEliminarme encantó, agregaría que las mujeres tenemos ese sexto sentido pero vos me entendés
ResponderEliminarbesos, Cris
Y sí, Laura ("Las mujeres que corren con los lobos" se llama el libro donde habla del instinto? Mi hija lo tiene, alguna vez lo leí, muy bueno)Besitos
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