domingo, 11 de agosto de 2024

AYER

 


 

Mis ojos ven más allá

De la mesa ovalada

De la taza vacía.

 

Se remontan a un tiempo

En que el alma vibraba

Con los sones del cuerpo

Remolinos de viento

Recordando aquel día.

 

En el hoy se han quedado

Esa taza

La mesa

Mi mirada

La vida.

 

viernes, 2 de agosto de 2024

EL VERANO PASÓ NUNCA MÁS SUPE DE ÉL



 

                   Había llegado a Montevideo para pasar las vacaciones con mi abuela Teresita. Al día siguiente fuimos a visitar a una amiga, que ya mayor, tenía un hijo de mi edad. Verlo a Quique y enamorarme fue todo uno. Su manera de ser, serio y amable al mismo tiempo, cautivaron mi corazón de inmediato. Las visitas se continuaron sin que tuviéramos gran comunicación, pero una tarde me invitó a dar un paseo por el puerto. Caminamos un rato en silencio y de pronto sus palabras asomaron sorpresivas.


                    Ahí vive con la abuela, dijo, con sus ojos traspasándome, absorto en el recuerdo. La mordedura de los celos caló hondo, pero me recompuse para sonreírle y continuar caminando como si nada, por la costa, cerca del agua. A unos metros, el viejo caserón, similar a un castillo, guardaba la imagen de una desconocida que ya no lo amaba más. Creí ver un movimiento en el cortinado de una de las ventanas e imaginé a alguien mirándonos. Un piano sonaba melancólico, las últimas notas cayeron en medio de los dos.