Regresaba al Banco después de mi
hora de descanso, cuando a media cuadra observé a la pareja que salía de la
sucursal. Él, era un cliente; ella, rubia, vestida de rojo y muy elegante, no.
Los dos, con idénticos maletines. A unos pasos de la peatonal, cuatro tipos de
riguroso traje oscuro los rodearon.
El tráfico me impedía avanzar.
Un movimiento en el grupo dejó al descubierto un arma de fuego, que derribó de
un certero disparo al cliente sobre la vereda.
Con los maletines que
antes llevara la pareja y aferrando de un brazo a la mujer, partieron hacia la
esquina donde yo aguardaba para cruzar. Mientras ellos ascendían a un automóvil
con el motor en marcha, quise arrebatarles a su víctima. Pero al acercarme vi
que ella sonreía, suave y aviesamente sonreía.
La mujer (supuesta víctima) era una de ellos.
ResponderEliminar☺️ Excelente historia!
Un gran abrazo.
Gracias Sara! Es solo un pequeño relato, un abrazote!
EliminarPor supuesto que es un relato, no pensé otra cosa.
EliminarBesos.
Ay Sara, quise hacerme la humilde y produje un mal entendido, jajaja, otro abrazote!
EliminarOh, me quedó terrible mi comentario, María Cristina. Me disculpo, no es por ahí, sino todo lo contrario, quise alabarte, decirte: "¡Créetelo!"
EliminarDéjame aclarar, te quise decir:
Es un relato magnífico, porque encierra una gran historia, muy bien logrado, con ese cierre de apariencia tan "sutil", pero tan desconcertante, demoledor, que nunca lo imagina uno al leerlo. Y es más.... ese final inesperado en realidad lo convierte en "cuento", en vez de "relato".
Eres magnífica, escribe mucho!!! Fuera humildad en este trabajo. ¿Ya? Respóndeme Jajaja.
Un abrazotote!
jajaja, te quiero Sara! No te preocupes, el cariño que nos tenemos en estos años blogueros está sobreentendido! Participo de un taller literario en el cual hay grandes escritores, yo soy una pulguita ahí, pero el profesor me da mi lugar y yo me lo creo y mis compañeros me elogian los trabajos. Vos sos una gran comunicadora, sensible, generosa, valiente, cada uno ocupamos un lugar y tenemos nuestro valor, gracias por tu compañía siempre, un abrazote grande!
EliminarHola Maria Cristina, vaya con el pobre cliente, ella estaba compinchada con los otros para robarle, buen relato.
ResponderEliminarBesos.
Ahora, a estas señoritas que embaucan hombres para robarles se les llama "viudas negras", un abrazo Piruja!
EliminarUn buen giro de guión. Un beso
ResponderEliminarGracias Susana, un abrazo!
EliminarEres una gran contadora de historias, hermanita.
ResponderEliminarGracias hermanita! Algo se pegó de la talentosa! Un abrazote Tracy!
EliminarLo que se dice una lagarta...
ResponderEliminarUn abrazo.
Ah! esa palabra no la conocía, Alfred, un abrazo!
EliminarCuantos casos así se ven. Lo embaucaron bien.
ResponderEliminarMuy bien narrado!
Un abrazo
Gracias Soñadora, un abrazo!
EliminarHola María Cristina. Cuéntanos una historia que lamentablemente sucede a veces!
ResponderEliminarNunca podemos confiar.
Un abrazo y feliz semana!
Sorpresas que da la vida, gracias Albino, un abrazo!
Eliminaroh, oh.... Ciertamente las cosas no son como parecen
ResponderEliminarPaz
Isaac
La mujer no era una víctima, un abrazo Isaac!
EliminarLo más seguro es que estaban compinchados. ¿Me equivoco?
ResponderEliminarUn abrazote bien fuerte.
Tal cual Ma de los Angeles, acertaste! Un abrazote!
EliminarOtro gran abrazo querida amiga.
EliminarY pensar que te puedes jugar la vida por auxilia a la chica. Muy buen micro María Cristina.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Conchi, un abrazo!
EliminarGenial relato. sorprendente final.- Te mando un beso y ya arregle el problema de las letras de mi entrada de esta mañana. Gracias por avisarme. Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias Judit, me alegro, un abrazo y buena semana!
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