Cuando volvi de acompañar a mi nietita en su post operatorio, al dia
siguiente aterrice en la vereda a la vuelta de mi casa, una baldosa sobresalida
y unas chinelas mias fueron las causantes. El mundo se me vino abajo en
segundos. Mi nariz chorreaba sangre desde el puente, los anteojos se habían clavado
ahí, mi muñeca izquierda torcida hacia afuera, me levante azorada. Dos muchachos
me auxiliaron de inmediato con gran amabilidad, pidieron ayuda a la verduleria
de la cuadra, sentada y con toallitas húmedas me ofrecieron ambulancia, compañía
hasta mi casa, lo que fuera mejor para mi. Este incidente desafortunado se convirtió
de un momento a otro en muestras de solidaridad y afecto. Con el correr de los días
y ya con los tratamientos avanzados, pude comprobarlo, el saldo de mi caída resulto
favorable.