Cuando
mi hijo más chico llegó desde la casa de su abuelo y me entregó el retrato, me
quedé mirándolo. Qué hacer con él? Le quité los restos del papel trasero,
amarillo y descascarado por el tiempo, esa pareja en su viaje de bodas,
fotografiada desde lo alto de la embarcación que cruzaba el lago, ya mostraba
su futuro. Mirar hacia el mismo lado, nó a los ojos de uno y otro como tantos
enamorados. Un mismo proyecto, formar una familia, la propia, cumplir con los
mandatos que se imponían desde las carencias. Y el mandato fue cumplido, con
algunas intermitencias, pero firme en su fase final. Esa familia permanecería
unida por sobre tormentas y borrascas. Claro que no fue sencillo, hubieron
heridas permanentes para todos sus integrantes. Pero se sabe que cicatrizan con
los años. Ahora está colgado en mi habitación, algunos se preguntarán qué hace
ahí, cuando esa historia es pasado, cuando no tuvo un final feliz, pero yo la
viví en su totalidad, y a pesar de todo, mis sentimientos no cambiaron en su
esencia, me van a acompañar siempre.
Los finales suelen no ser felices, lo que se honra es toda la felicidad que si hubo, hasta antes de ese final.
ResponderEliminarTe entiendo bien, me identifico... es dignidad y es mejor que permanecer, cuando la felicidad se empieza a diluir y ya no se puede retener.
Un abrazo de cariño.
"...pero yo la viví en su totalidad, y a pesar de todo, mis sentimientos no cambiaron en su esencia,..."
ResponderEliminarUna frase memorable Cristina que dice mucho de esa realidad vivida... y de quienes la vivieron!
Fuerte abrazo.
En las viejas fotografías permanecen nuestros recuerdos, los recuerdos de una vida llena de sorpresas, unas positivas y otras no tanto, pero al final es la vida que todos hemos vivido.
ResponderEliminarUn abrazo.
La historia de una vida siempre vale la pena. Un beso
ResponderEliminarEs así Sara, tal cual, un abrazo!
ResponderEliminarGracias Ernesto, un abrazo!
ResponderEliminarHola Matías, tengo una bolsa llena de fotografías y de vez en cuando me gusta recordar esos momentos, además de los retratos con los que convivo, un abrazo!
ResponderEliminarGracias Susana, un abrazo!
ResponderEliminar¡Gracias, hermana!
ResponderEliminarYa voy en este momento :)
Abrazo muy grande.
Mucha suerte Sara! Un abrazote grande!
ResponderEliminarSi.Lo importante es recordar los buenos momentos. Y que esten para siempre en la memoria. Te mando un abrazo
ResponderEliminarHay que tomar lo bueno de cada experiencia, solo eso y así nos llenaremos de sabiduría
ResponderEliminarPaz
Isaac
Gracias Gustavo, un abrazo!
ResponderEliminarGracias Isaac, solo aspiro a la paz, un abrazo!
ResponderEliminarSon parte de una vida María Cristina,
ResponderEliminarte comprendo perfectamente.
Un fuerte abrazo querida amiga.
Haces bien seguir recordando, yo no paro de hacerlo, quizá es porque nos vamos haciendo mayores...sobre todo yo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu felicitación, ya puedes pasar por la Gata, pues ya he puesto la tarta. Espero que te guste.
Un abrazo, ¡guapa!
La felicidad esta compuesta de momentos, la vida es dificil pero siempre vale la pena
ResponderEliminarAbrazo
Gracias Marian, es así, un abrazo!
ResponderEliminarSiempre tu humor por delante, Ma de los Ángeles! Y es bueno recordar lo bueno! Un abrazo, pasaré a probar la torta, y renuevo un MUY FELIZ CUMPLE!!!!!
ResponderEliminarYa lo creo, Lapislázuli, gracias, un abrazo!
ResponderEliminarSiempre mi cariño, querida amiga
ResponderEliminarIsaac
Gracias Isaac, un abrazo!
ResponderEliminarHola Maria Cristina, bonito y entrañable tu relato como todo lo que escribes. Gracias por visitarme y echarme de menos, eres un amor.
ResponderEliminarGracias Maru, justamente se te extraña porque tus escritos tienen esas cualidades que me adjudicás, un abrazo!
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