Se conocieron en las playas de Uruguay, él se deslumbró ante esa hermosa mujer debajo de la capelina blanca. Ella vio a un joven buen mozo con sonrisa gardeliana acercarse a su sombrilla y suspiró. El grupo de amigos que lo acompañaban se retiraron discretamente para dejarlos charlar. Los días siguientes fueron de encuentros románticos, la atracción había hecho efecto. Se prometieron escribirse. Él volvió ilusionado y totalmente enamorado. Pero ¿cómo escribir cartas de amor? Pidió ayuda a su mejor amigo y al estilo Cyrano de Bergerac comenzó la correspondencia. Las cartas se multiplicaron y apuraron a tomar la decisión, casarse cuanto antes. Ella llegó con todo el ajuar que su familia le había preparado, pero no encontró al autor de las cartas, solo al atractivo muchacho que la había deslumbrado. Los sentimientos más profundos, cultivados en la correspondencia, no pertenecían al mismo hombre. Cuando descubrió el engaño lloró amargamente, pero ya los preparativos para la boda estaban muy avanzados. ¿Qué hacer? Las cartas quedaron guardadas junto con su corazón quebrado. Fue al altar al encuentro de alguien a quien iba a comenzar a conocer. Los resultados fueron la consecuencia de un proceder engañoso. Esta es una historia real, los protagonistas, mi mamá y mi papá.
;)))) Vaya, al final se impuso esa primera atracción.
ResponderEliminarUn abrazo.