Anoté su teléfono en mi celular en cuanto lo conocí y comprobé sus aptitudes incomparables.
Cuando me comunico, de inmediato contesta mi mensaje, “tal día, tal hora, estoy ahí”, son sus palabras acostumbradas.
No sé que haría si algún día me faltara.
Todos los que conocí antes de él, ya no existen.
Enrique, único incomparable, ¡mi plomero gasista matriculado!