Exaltada, alegre, ansiosa, no podía parar de hablar. La reunión iba a ser esa misma noche, había planeado todo con mucha anticipación, ningún detalle al azar. Pero ese nerviosismo en aumento resultaba inexplicable.
La artista plástica, que sería la invitada de honor, estaba de paso en su gira por el Sur de América. Laura le había comunicado la noticia un mes atrás, y a partir de entonces comenzó a planear ese día, le despertaba una gran admiración el trabajo de la pintora Aída Black. Las fotografías mostraban una gran belleza en plena madurez, como si el tiempo no la tocara.
Su marido se mantenía ajeno a los preparativos, a veces lo descubría mirándola serio. La mesa tendría seis invitados, y ocho era un número perfecto. Eligió con mucho cuidado su ropa. La cena se desarrolló como lo esperaba. Cada cosa en su lugar, la charla amena, entretenida. Aída se mostró discreta y encantadora, de vez en cuando le dirigía una mirada expectante a su marido. Eso la desconcertaba, él sólo sonreía como respuesta.
Los invitados fueron despidiéndose, alegres por la velada compartida. Por último su esposo, de la mano de Aída, con aire distraído, le dijo: Querida, todo estuvo maravilloso, me voy. Ella no comprendió claramente y preguntó, ¿la llevás hasta su hotel? Él negó con un gesto, no querida, Aída es mi amante desde hace más de dos años, tuvo el capricho de conocerte antes de irnos a vivir juntos.
Que buen final!! hay caprichos inentendibles. Un abrazo
ResponderEliminarNo me lo esperaba...que bien escribes!!!
ResponderEliminarEnhorabuena por esta narración!
Estoy aún "descolocada"....
BESOS!
Y hay maridos inexplicables ja ja ja, un besito Lapislazuli!
ResponderEliminarHola Remei, gracias por visitarme, y yo diría, qué buenas son tus fotografías!!!! Un besito
ResponderEliminarQue remate.
ResponderEliminarGran relato, amiga.
Un abrazo.
Una persona curiosa y peculiar, la querría conocer por aquello de las comparaciones...
ResponderEliminarMe ha sorprendido ese final, es buenisimo.
Besitos :)
Gracias Gaucho, un abrazote.
ResponderEliminarHola Nieves, las dos se querían conocer, cada una por sus propios motivos, una más inocente que la otra, tal vez no? Dicen que las mujeres siempre sabemos, ja ja ja. un abrazo grande.
ResponderEliminarwowwww, qué buen relato, Cris!!!
ResponderEliminardefinitivamente vas soltando a la escritora y es un placer estar aqui para leerte
besos
Gracias Laurita! Me cuesta hacer trabajar la imaginación, así que es un desafío, un abrazo grande!
ResponderEliminarMuy bien escrito marìa cristina, cada vez mejor.Me parece que estoy encontrando la dificultad que tenìa en que quedaran mis comentarios, al parecer lo tenía el equipo.En este momento uno de mis hijos -que es técnico- lo está reparando. Muchos saludos María Cristina, me siento mejor ahora.
ResponderEliminarQué alegría Lao, y gracias por tus elogios, a veces pongo a funcionar la imaginación y me sale, un abrazote.
ResponderEliminarMARIA CRISTINA
ResponderEliminarLo gracioso es que ella le había dado a AÍDA un cafecito con un poquito de cloruro de magnesio, y a la pintora se le fue toda la finura al piso cuando le agarró una diarrea bárbara en plena calle, y le hizo pasar un reverendo papelón al marido de la anfitriona, jajajaaja
ja ja ja, esa sí que es una venganza genial, Magú! Un abrazo grande y me alegra que vuelvas al ruedo!!!!
ResponderEliminarQué sangre fría. Se han visto casos. Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Halcón, hay de todo en este mundo, un abrazote.
ResponderEliminarpues más felicidades y te esperamos en nuestro blog con tu opinión sobre Messi y más cosas, gracias.
ResponderEliminarAhí voy chicos!!!!!
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