Estuve leyendo “El extranjero” de Albert
Camus. No leí aun ninguna otra obra de este autor. Lo primero que me llamó la
atención fue el estilo, carente de adjetivación, casi, con oraciones breves y
cortantes. Claro que esto se puede deber al protagonista de esta historia,
contada en primera persona, y a su especial personalidad. Por lo que el autor
se vio obligado a este tipo de narración. Un hombre que empieza diciendo que su
madre ha muerto y lo comunica de un modo frío e impersonal, como si se tratara
de algo que le sucede a alguien más que no es él. De ahí en adelante, todo lo
que va viviendo lo explica del mismo modo, el lector va tomando partido por
esta situación, preguntándose qué le sucede a este hombre, dónde están sus
sentimientos. No voy a contar la historia,
sería muy largo y aburrido, pero diré que llega un momento en su vida en que
mata a un desconocido sin motivo aparente y es juzgado y condenado por eso. Y
es en esas instancias en que aparecen atisbos de emoción, comparando diferentes
instantes vividos en el velatorio, entierro y días posteriores a la partida de
su madre, con lo que le acontece en el presente. Lo hace de manera casual, al
pasar, pero es eso lo que comienza a desenredar el misterio del protagonista,
cómo lo vivido ha echado raíces en su consciencia y lo ha llevado a un extremo
inexplicable. ¿Cuántos de nosotros no habremos actuado de esa forma sin darnos
cuenta? Enmascarando la emoción del momento para dejarla aflorar más tarde en
otra situación, que aun sin tener relación ha despertado sentimientos dormidos.
Una excelente "crítica" de la novela. Y un detallado desglose de algo que llamó tu atención desde el principio. No conozco al autor pero por tus palabras se deduce que la novela en buena.
ResponderEliminarAbrazos Cristina.
Si. Vamos ocultando emisiones, acumulando cosas que nos van haciendo "sangrar" y un día por algo insignificante explotamos... porque todos, hasta los más duros tienen su límite
ResponderEliminarBesitos !!
Gracias Ernesto, por ahí tengo una salida laboral, crítica literaria! Un abrazo!
ResponderEliminarSí Nieves, por eso es importante modificar esa conducta conscientemente, es un tema que se ve mucho en análisis psicológico, lo bueno es que la emoción se exprese en el momento, cuando se acumula puede ser peligrosa, gracias, un abrazo!
ResponderEliminarNo lei a Camus. Tampoco a Hesse, Galeano, Nietzche, Marx, Borges. Soy medio fiaca para leer libros de filosofia, historia. Me gustan mas las novelas o cuentos de suspenso, ficcion. Lovercraft, Oscar Wilde, Agatha Cristie, Katzembach, etc.
ResponderEliminarNo se. Cada uno debe tener su manera de relatar, su estilo, tiempos. No se.
Te mando un abrazo
Bueno Gustavo, a mí tampoco me atrapan los de filosofía, la historia me gusta en formato biográfico, porque esencialmente me interesa la vida de las personas, por eso los relatos en primera persona me gustan más, un abrazo!
ResponderEliminarEs que somos tan inexplicables. A veces reprimimos y luego hasta por lo más simple, brota lo que había quedado guardado.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso.
En primer lugar, un abrazo tras (yo) estar *desapercibida* tantos meses. Ha sido un lapso voluntario en parte
ResponderEliminarEn segundo lugar, felicidades por el excelente juicio quete ha merecido Albert Camus, en absoluto autor banal, tampoco carente de sentimientos. Sin embargo, con lo a impronta de frialdad que pueda suscitar ese marcado estilo conciso, sin adornos, aadjetivado.
Te animo a que sigas leyendo a este autor. No te pesará
Besos
Por si es de tu interés:
ResponderEliminarEl maestro de escuela y aquel niño
MANUEL VICENT
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Albert Camus dedicó el discurso del Premio Nobel, en Estocolmo, a su maestro de escuela primaria, el señor Germain, y después de la ceremonia le escribió una carta muy emotiva para expresarle cuánto le debía de ese honor que acababa de recibir. “Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, no hubiera sucedido nada de esto… Sus esfuerzos, el corazón generoso que usted puso en ello, continuarán siempre vivos en uno de aquellos escolares, que pese a los años no ha dejado de ser su alumno agradecido”. Aquel maestro de primaria se había empeñado en que un alumno lleno de talento, que se llamaba Albert Camus, estudiara el bachillerato; lo había preparado a conciencia, había vencido la reticencia de aquella familia de toneleros que se negaba a darle estudios porque necesitaba que el chaval llevara dinero a casa; el maestro le acompañó en tranvía al examen de ingreso, esperó el resultado sentado en un banco en la plaza del instituto y luego se desvivió para que le concedieran una beca. Era un chico espabilado, hijo de una madre sordomuda, de un padre muerto en la batalla de Verdun en la I Guerra Mundial y que crecía en el barrio obrero de Bellcourt en Argel, entre árabes pobres y franceses subalternos, al cuidado de una abuela. El maestro señor Germain le contestó a la carta: “Creo conocer bien al simpático hombrecillo que eras. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. El éxito no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo el mismo Camus”.
En cualquier tiempo, en cualquier lugar, hubo un niño superdotado que se encontró con un buen maestro como el señor Germain. Por los ventanales de la escuela de un pueblo perdido salía la cantinela de la tabla de multiplicar, con la lluvia en los cristales, según los versos de Machado. Tal vez el niño llegaba a la escuela municipal en invierno atravesando el campo a pie bajo la nevada y en el aula con un dedo lleno de sabañones señalaba en el atlas abierto mares e islas, que a buen seguro nunca podría navegar. O tal vez jugaba en un descampado en las afueras de la ciudad con otros golfillos si más horizonte que el de ser un perdedor el resto de su vida. En cualquier tiempo, en cualquier lugar, hubo un maestro de escuela que un día puso la mano en el hombro de ese niño e hizo todo lo posible para que su talento no se desperdiciara. Convenció a los padres, pobres y analfabetos, de que su hijo debía estudiar y lo preparó personalmente para el ingreso en el instituto.
Hoy es un famoso arquitecto. Tiene 59 años. Ha levantado edificios en Brasil y en Singapur. En el álbum de fotos que contempla ahora junto con sus tres nietos aparece la imagen de un niño muy bien peinado con la raya partida, sonriente, con chaqueta y corbata al lado de un hombre mayor que le pone la mano en el hombro. Los nietos le preguntan quién es ese señor desconocido. Fue la foto que se hizo en el parque el día que aprobó el ingreso en el bachillerato. Todos los éxitos que ha tenido este arquitecto en la vida proceden de aquella mañana en que su destino tomó el sendero apropiado. En la escuela del pueblo quedaron otros compañeros que no pudieron estudiar y que hoy juegan al tute en el hogar del jubilado con gorra y jersey de pico. En el descampado del barrio marginal de la ciudad siguen hoy otros chavales jugando como perros sin collar a merced de la fortuna.
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Gracias Pili por toda tu generosa información! Voy a buscar otras obras de Camus. Es importante tener un buen maestro, yo recuerdo algunas de mi infancia, incluso tengo un hijo que lleva 25 años en la docencia y del que me siento muy orgullosa. Y me alegra que ya estés de vuelta para disfrutar de tus hermosos poemas. Un abrazo!
ResponderEliminarNo es cierto Sara? Cuánto mejor sería que dejáramos brotar las emociones tal como salen en su momento! Pero a veces no lo logramos, es así, y nos metemos para adentro, un abrazote!
ResponderEliminarSomos un misterio Cristina.
ResponderEliminarGracias.!!
Un fuerte abrazo.
Gracias por compartir. Lo voy a tener en cuenta.
ResponderEliminarSaludos 🌞
No he leído nada del Albert Camus, pero por lo que cuentas de este libro que has leído no me parece muy ameno, ahora ha llegado un momento de leer cosas más agradables, por lo menos esa es mi opinión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tal cual, Marian, un abrazo!
ResponderEliminarGracias por tu visita, Karin!
ResponderEliminarLa historia es bastante amarga, Ma de los Angeles, pero uno se adentra para saber más del misterioso protagonista, espero que estés lista para tu salida al teatro! Un abrazote!
ResponderEliminarEse es uno de libros que hace muchos años tengo pendiente por leer, gracias por recordármelo
ResponderEliminarPaz
Isaac
Ahí Pili lo recomienda calurosamente a Camus, gracias Isaac, un abrazo!
ResponderEliminarMuy buena critica para esta novela que por alguna razón, quizá, te llamo la atención. Un gusto leerte. Saludos.
ResponderEliminarEs así Sandra, muchas veces uno encuentra en los libros respuestas impensadas para algunos interrogantes, gracias por tu visita!
ResponderEliminarNo leo.O mejor dicho investigo en internet veo netflix No soy de novelas Feliz invierno querida Aqui en Miami l calor raja la tierra Abrazos Siempre
ResponderEliminarMe ha gustado leerte.
ResponderEliminarHola Mucha, en Miami es siempre verano! Uno se informa de diferentes maneras, es así afortunadamente con todos los adelantos, un abrazo!
ResponderEliminarGracias por tu visita Trini!
ResponderEliminarMe preguntas en mi blog si sé quién soy...
ResponderEliminarPor supuesto querida....
" I'm Searcher in life "
Estoy feliz con mi hoy y momento
Lo simple es lo que amo
Un abrazo inmenso desde Miami
Mucha, fui de inmediato a ver a qué te referías, solo dije que ya sabías quién es el ángel que te cuida, el amor de tu vida desde arriba, refiriéndome a la última frase de tu entrada. Y no me molestó nada de lo que comentaste sobre nuestro país, si yo misma hago el mea culpa, el país somos sus habitantes! Un abrazo!
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