sábado, 3 de septiembre de 2011

                             LA PROVEEDORA 
               

                    Hoy es un día como cualquier otro, pero tengo que salir más temprano porque el viaje en colectivo me va a llevar como cuarenta minutos hasta lo de doña Leonor. Y a ella no le gusta que llegue tarde. No porque no le trabaje lo mismo, sino porque está acostumbrada y cualquier cambio la pone mal.

                     Parece mentira que hace veinte años que le trabajo. Ella me trata siempre igual, nunca me tuteó, a lo sumo me dice, Isabel m’hijita esto, lo otro. A veces me habla como si yo fuera una jovencita, no se da cuenta de que el tiempo pasó para mí también. Claro que para ella quisiera que no, se hace la nena cuando llegan los hijos. Les habla ñañañaña… qué tontería, una mujer grande. Ellos me tratan bien, con respeto, si algún día no puedo ir se preocupan.

                       En casa las cosas están cada vez peor. La Nelly se vino ayer con los tres chicos, dice que el marido la trata con violencia, pero yo sé que es ella la que se pone violenta cuando él no le da más plata para el bingo, y tiene razón, se la pasa jugando, y a los chicos que los atienda otro. Julio y Eduardo ya no saben más que pedir plata antes de fin de mes, claro, como yo cobro por día, ellos no se saben administrar, pero la vieja es un barril sin fondo. Las vacaciones que iba a tomarme con lo que tenía ahorrado se las están llevando de a poco.

                        Este vientito que entra por la ventanilla me está sacando las lágrimas de los ojos.

8 comentarios:

  1. Escribiste como para dejarme pensando un rato. A veces es lindo dar trabajo a otra persona por el solo hecho de tener la satisfacción de que lo tenga. Eso sin que se note y respetando su dignidad.

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  2. He quedado resquebrajado con tu relato.
    He estado en las mismas, múltiples veces. Tengo enredaderas parásitas que me chupan la savia. Me quedan las palabras...
    Lloro contigo.

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  3. Es así Lao, la otra cara es la vida personal de quienes trabajan limpiando casas ajenas, todo un mundo. Gracias por pasar, como siempre, un abrazo.

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  4. Anuar, me emociona haberte conmovido, esta historia es real aunque no personal, pero siempre queda algo de uno por ahí, no? Me sorprenden siempre tus visitas y las agradezco mucho, un abrazo.

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  5. mama es una gran observadora de la vida...

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  6. Gracias mami, solo bicho un poquito aquí y allá
    Besito grande.

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  7. Me encanta que aproveches tu talento y ganas para delatar esa inconmensurable (¡qué palabrota!) injusticia y abuso que "los nenes" hacen del esfuerzo de sus mayores. Aunque también, he de decirlo, "los mayores" siguen tan campantes en la condescendencia y cumpliendo caprichitos. En fin.
    Un abrazo.

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  8. Es así, Julio, no solo la culpa es del chancho...
    Gracias por pasar, un abrazo también.

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