Los domingos en que lo invitaba a comer al mediodía, él llegaba con su infaltable paquetito, costumbre tana que siempre copié. Nos sentábamos y de inmediato mis hijos, mi marido y yo la emprendíamos fervorosamente con la pasta del día. El, en cambio, se tomaba su tiempo, partía trocitos de pan, comía muy despacio y saboreando la comida. Cuando nosotros ya estábamos por dejar el plato vacío, nos insistía para que no lo esperáramos, que siguiéramos adelante con el menú. Esa manera de ser, esa humildad de proceder, me emociona cada vez que lo recuerdo. Nunca quería molestar, si lo estábamos llevando de regreso a su casa luego de una salida familiar, se quería bajar en cualquier esquina donde un colectivo lo acercara. Su única debilidad eran las chicas, de cualquier edad y color. Los ojitos le brillaban si alguna andaba cerca y no sabemos cómo conquistaba de vez en cuando a alguna candidata que luego lo acompañaba por un tiempo en su diario vivir. Era un tímido Don Juan, pero Don Juan al fin. Y a veces constituía un problema, porque no toda la familia coincidía con sus gustos a la hora de elegir. Una sola vez me negué a que nos visitara con su ocasional compañía porque se trataba de la comunión de uno de mis hijos. Quizás el fervor religioso se me había contagiado, pero luego lamenté haberlo hecho, él fue más cabezadura que yo y no concurrió. En lo sucesivo acepté su manera de ser con la comprensión que dan los años. Viéndolo ahora con la lejanía de su ausencia y la de mi mamá, creo que él logró ser más feliz a pesar del dolor que tuvo que atravesar. Porque vivió como quiso y eso no tiene precio. En cambio mi mamá luchó siempre por algo más pero no se hacía el tiempo para disfrutarlo y a la larga eso la desgastó. Es curioso el valor que las personas dan a los logros. A la luz de los acontecimientos mi mamá parecía una triunfadora, pero el que realmente supo valorar la vida fue él. Aunque tuvo que sobrellevar una enfermedad, lo hizo de una manera muy digna y cuando ya no estuvo dejó una huella imborrable en la memoria de quienes lo conocieron. Por distintos motivos mi mamá también lo consiguió, con la diferencia que ella no alcanzó su propia felicidad.
Tengo un portarretrato de los dos en la casa de fotos el día de su casamiento. Ahí van a estar juntos siempre aunque la vida los haya separado todavía jóvenes. Porque pienso que las parejas quedan unidas por un hilo invisible a pesar de las diferencias, cuando el destino los hizo elegirse alguna vez.
Tengo un portarretrato de los dos en la casa de fotos el día de su casamiento. Ahí van a estar juntos siempre aunque la vida los haya separado todavía jóvenes. Porque pienso que las parejas quedan unidas por un hilo invisible a pesar de las diferencias, cuando el destino los hizo elegirse alguna vez.
Es hermoso que tengas un recuerdo como ese.
ResponderEliminarCada pareja es un mundo.
Un abrazo.
Gaucho, voy escribiendo estos recuerdos y los guardo, de vez en cuando me dan ganas de compartirlos, gracias por tu lectura.
ResponderEliminarCristina no crearemos nosotros ese hilo'. Sea lo que sea, estuvieron unidos y tu eres el mejor recuerdo de ello. Un abrazo
ResponderEliminarPuede ser, Lapislazuli, pero yo lo pienso en general,fijate que hay matrimonios que siguen peleando después de separados, o algunos conservan una amistad, lo raro es la indiferencia. Un abrazo también.
ResponderEliminarLa conección entre humanos siempre será un misterio, el amor tiene tantos giros inesperados, incomprensibles.
ResponderEliminarGracias por hablar de un hombre con tanta dulzura.
UN BLOG SINCERO Y AMABLE, TE SEGUIMOS DESPUÉS DE CONTACTAR CON EL POETA JULIO
ResponderEliminarDEJA TU SEÑAL EN NUSTRO BLOG
GRACIAS
Gracias por pasar Anuar, y bueno, es mi papá, y tengo dos hijos y una nieta de su mismo signo astrológico, para que lo siga teniendo presente, un abrazo.
ResponderEliminarGracias por sumarte Penyabogarde, ahora te voy a seguir también.
ResponderEliminarMe gusta mucho la sencillez, pero al mismo tiempo delicadeza y dulzura de tu relato.
ResponderEliminarEspero que ya haya pasado la 'mala racha', yo apenas me recupero de todo el traspiés :) Gracias por estar y ser tan paciente.
Un abrazo
Gracias Eduardo, pienso que el tiempo nos da la verdadera dimensión de las cosas vividas. Un abrazo y por suerte vamos para adelante!
ResponderEliminarEs verdad cada persona es un mundo, y para compartir amistad se necesita de mucha paciencia.
ResponderEliminarque tengas una bonita semana.
un abrazo.
Gracias Ricardo, un gusto que pases y me leas, un abrazo también.
ResponderEliminarQué buen recuerdo que tenés de tu viejo, María Cristina! Es cierto, él supo vivir la vida -y disfrutarla- con más estilo que tu mamá, seguramente. Por alguna misteriosa razón ellos dos se eligieron, a pesar de las diferencias que existían entre sí, y por otra razón -no sé si tan misteriosa, pero qué bueno sería saberlo- no pudieron sostenerse juntos en el tiempo.
ResponderEliminarEl amor es una cosa tan rara... pero es lo único que nos hace apreciarnos a pesar de nuestros puntos débiles. El amor de la pareja, el de los hijos hacia los padres; todo el amor, extraño e inclasificable, en definitiva, que circula entre nosotros.
Beso grande.
Qué alegría verte por acá, Verito! Ya vas a conocer las razones, parece ser que muchos nos identificamos con temas así, tal vez porque nos acercan a nuestra propia historia aunque no se asemejen en la realidad. Un besote grande!
ResponderEliminarmarie cris
ResponderEliminarme emocionó mucho este post sobre tu papá,me dio mucha nostalgia sobre los mios, se cumplieron 19 años de la partida de papá, con ojitos picarones como el tuyo, y veinte años de mamá
te lo escribí varias veces, ojalá salga ahora
bueno, abrazo marie cris
magú
Al fin Magú! Sí, ahora entraron todos tus mensajes, los que vienen con tu nombre también. Cosas locas que pasan en los blogs. Y, son nuestros papis, qué le vamos a hacer, un beso grande.
ResponderEliminarNunca nadie se va si hay una mente que lo recuerde. Una prosa sencilla, tierna y evocadora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Julio, un abrazo también.
ResponderEliminar