sábado, 28 de abril de 2012

AQUEL DÍA

Mirando hacia el cielo vi
un fondo de mar azul
El oeste presagiaba tormenta
Pájaros rodaban como peces
en el aire enrarecido
no lograban huir del vendaval
Algo
condicionaba su vuelo
impulsándolos a una loca carrera
sin rumbo
ni respiro
Pude comprobarlo cuando
en plena claridad
la bandada desapareció
dejándome absorta
en el vacío.


domingo, 22 de abril de 2012

ENSOÑACIÓN

                    La playa está desolada, es temprano todavía y los turistas descansan. Dueñas y señoras, las gaviotas pululan en el horizonte y avanzan sobre la orilla. Algo raro sucede, se han amontonado en un determinado sector, no muy lejos de donde yo estoy recostada, disfrutando de los rayos suaves del sol, a esta hora de la mañana.

                    Me incorporo con pereza, la curiosidad puede más que mi deseo de reposo. Hago visera con mi mano para ver mejor pero no distingo nada especial. Entonces, me pongo de pie de un salto y camino decidida hacia ahí. A medida que me acerco parece alejarse más la improvisada reunión. Mis piernas pesan una enormidad, la arena, cálida y abundante, me obliga a realizar redoblados esfuerzos para llegar. Cuando quedan pocos metros, el grupo se dispersa rápidamente, tal vez sorprendidas por mi presencia inesperada. Me quedo mirando el lugar, pero no encuentro nada que haya justificado esa conducta. Pienso, bueno, seguro había restos de peces diseminados y los devoraron. Qué tontería, haberme preocupado por una cosa tan natural. Y me dispongo a volver a mi lona, que se ve más distante desde donde ahora estoy. Casi a mitad del trayecto de vuelta, oigo un sonar de alas a mi espalda, y antes de poder reaccionar, me derriba la feroz bandada, que, ahora sí, tiene una actitud definida.


domingo, 15 de abril de 2012

                        “MEMORIAS DE UNA VIUDA”  


               Mi hijo me regaló el libro que cito en el título, de Joyce Carol Oates. Esta escritora me conquistó con “Blonde” un libraco enorme y a precio de saldo en un supermercado. Hasta la cajera me sonrió al pasarlo por el scanner, como diciendo, esto te vas a leer. Ya en la contratapa advertía que trataba sobre la vida de Marilyn Monroe. Cuando me faltaban pocas páginas para el final, retrasaba su lectura, tan atrapada estaba por su forma de narrar, en un conmovedor monólogo interior. En ese entonces no era muy conocida, esta nueva obra se pudo conseguir a pocos días de haber leído una nota en un diario, anunciando su publicación. Trata sobre la muerte de su esposo y cómo fueron los días alrededor de ese suceso. A medida que iba leyendo, observaba  un paralelo con mi propia situación, que no es la viudez sino el divorcio. La diferencia consiste en que yo lo sigo viendo y ella ya no puede hacerlo. Pero es ahí donde me encuentro hermanada, porque a pesar de tener conversaciones que implican una vida en común, la figura que tengo delante de mí no se parece a la persona que conocí. Los sentimientos no tienen nada que ver con esta situación, se trata de algo extraño que me sucede al verlo. Y esa misma distancia me propone escribir mis memorias. Próximamente.


sábado, 7 de abril de 2012

DIAS DE SILLITA

  Ella me vestía con ropa adecuada a la estación. Por encima, un delantal almidonado con grandes tiradores bordeados de volados, pechera y amplia falda que remataba en un gran moño atado a la cintura por detrás. El desayuno consistía en una sopita de mate cocido con leche y trocitos de pan, que nos daba a cucharadas a mi hermano y a mí. En los días cálidos por la mañana temprano y en los fríos después de la hora de almuerzo, colocaba la sillita en el patio trasero y ahí me hacía sentar a tomar sol. La había hecho especialmente el abuelo, era de color celeste y tenía un asiento de esterilla y maderas laterales para apoyar mis brazos mientras sostenía los enormes libros de cuentos. Miraba las maravillosas imágenes antes de saber leer y luego devoraba sus historias con fruición. Un día llegó el médico de la familia, me miró y le dijo a mi mamá: hay que llevarla al parque, a correr. Ella nunca había tenido muñecas.

jueves, 29 de marzo de 2012

DETRÁS DE SU MIRADA

        La sombra en la pared alargaba la noche. Tenues luces lejanas dibujaban claroscuros difusos sobre el frente del edificio. Fugazmente, se deslizó por una abertura lateral en donde no se veía puerta alguna. La calle estaba desierta. En el interior se iban perdiendo, entre muros vidriados, haces intermitentes de luz que ascendían a través de las escaleras hacia los pisos superiores. Al llegar al último, la penumbra fue aumentando paulatinamente hasta convertirse en un estallido fulgurante que iluminó toda la avenida.


         Mientras la gente del pueblo se preguntaba azorada qué había sucedido, un hombre de traje gris, mezclado entre la multitud, avanzaba quietamente. Una sonrisa torcida cruzaba su cara y en sus ojos un odio mortal brillaba embravecido.


jueves, 22 de marzo de 2012


Conmemorando el Día de la Poesía
traigo un viejo poema al blog

HOY



Mis ojos ven más allá
De la mesa ovalada
De la taza vacía.

Se remontan a un tiempo
En que el alma vibraba
Con los sones del cuerpo
Remolinos de viento
Recordando esos días.

En el hoy se han quedado
Esa taza
La mesa
Mi mirada
La vida.

jueves, 15 de marzo de 2012

ATARDECER

                 El atardecer transcurre a través de mi ventana, la noche avanza sin defensas. Hojas de papel esperan sobre el escritorio, no pierden su blancura con el paso de las horas. Ningún trazo las perturba. Miro los árboles, van cambiando de color a medida que la oscuridad los cubre. El otoño pronto resecará sus hojas y caerán indefectiblemente sobre el camino. Entonces, saldré temprano una mañana, mis pasos crujiendo leves y rápidos. Se anuncia la noche, no hay luna y las nubes amenazan tormenta. Lloverá, es seguro, el olor a tierra húmeda inunda la casa. Tendría que cerrar las ventanas. Me siento reconfortada, como si esa tormenta inminente fuera un motor en marcha que se dirige hacia algún lugar en donde estaré esperando. Estos pensamientos no tienen ninguna lógica. Es como si toda la vida hubiera estado acá. Las sierras y el río me dieron la bienvenida. Ya imagino mi figura inclinada a lo largo de la costa. Desde hace un tiempo planeo estas salidas, pero hasta ahora no me decido. La pereza y una vaga incertidumbre me dejan inmovilizada, mirando los cristales la mayor parte del día. El vendaval de agua y viento, en furiosos remolinos, despiertan de golpe mi ensoñación. Corro de un lado a otro asegurando las persianas. El paisaje, allá afuera, lucha por sobrevivir. Cuando todo se calme, cumpliré mi promesa del largo paseo matinal, no es saludable mantenerme encerrada. Ya siento la nostalgia anticipada del crujir de las hojas bajo mis pies. Sí, estoy segura, me sentiré feliz caminando sobre esa alfombra dorada. ¿Fue la lluvia que salpicó mi cara o son lágrimas las que corren tibias hasta mi boca?