EL SEÑOR INGENIERO
El señor ingeniero llegó un viernes. Hay que romper. Lo dijo mirando la columna de la cocina, donde supuestamente se producía la obturación del paso de agua al piso inferior. Por favor, que sea el lunes, le pido, mañana tengo una reunión. Muy bien, ningún problema, a las nueve entonces. Buenos días. Buenos días.
Malos días vinieron. El señor ingeniero no apareció, en su lugar, pasadas las diez, llegó Jorge, un gordo, gordo, negro, negro, bruto, bruto. A romper. Polvo y ruido por dos horas, luego descanso, voy a comprar algo, volvió a las dos de la tarde. Primer día, fin del trabajo a las diecisiete.
Segundo día, nadie vino hasta las doce, ahí llegó otra vez Jorge, gordo, negro, bruto, siguió con polvo y ruido y se fue a las dieciséis.
Llamada mía al señor ingeniero preguntando hasta cuándo y con qué continuidad. No se preocupe señora, para el fin de semana estará todo terminado. Fue el fin de semana, pero de la siguiente y no quedó todo bien terminado. El gordo, negro, bruto Jorge, recubrió columna y piso con materiales de un color bastante parecido al original, si se los mira rápido y a media luz. Nunca vi elogiar tanto a un empleado tan malo, como el ingeniero a su ayudante. ¡Es una barbaridad el gordo, cómo trabaja, de no creer! Claro, nadie puede creerlo. Ni el administrador, que también elogia, ante mi queja. Pero señora, ¡el ingeniero es un genio, no me diga!
marie cris
ResponderEliminaryo en casa no arreglo nada, no llamo a nadie, y tampoco nadie nos visita proque está todo roto, jaja, pero nadie me molesta, jaa, prefiero eso
un abrazote
No hay como la paz de las roturas Magú, estos arregladores son un espanto!!!! ja ja ja. Besitos
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