jueves, 30 de junio de 2011

                                VISTA DESDE LO ALTO

                       
                         Miro correr las nubes hacia el este y pienso, el río se comerá la tormenta, pero no, el viento gira y las nubes vuelven a pasar. Como la ilusión, que se alimentó en el tiempo y creció y creció hasta casi convertirse en algo tangible, pero no.

                         Algunos cierran las ventanas ante la inminencia de la lluvia. Unas cuantas bolsas vacías, infladas como globos, danzan graciosamente antes de alejarse en busca de otro cielo.

                          Cuando planificaron la autopista que pasaría por la esquina, creíamos que desaparecerían las casas bajas de la manzana. Por suerte, ese trayecto quedó en la nada y podemos seguir mirando hacia el noroeste en el atardecer y descansar en los rojos grisáceos, con el alma en suspenso.

                           Hay días en que añoro sentir la nostalgia de un amor lejano, más allá de toda realidad. Esa sensación me colma de tibieza, sólo comparable al chocolate amargo saboreado a solas y despacio.

                           Algo salpica mi cara, deslizo mi mano por la mejilla, y al apoyar mis dedos en los labios, me sorprende no percibir el sabor salado de las lágrimas. El viento me empuja más hacia arriba y la lluvia moja mis alas.

4 comentarios:

  1. un espacio melancólico el de hoy, Cris. Pero bueno todos tenemos momentos así

    besos

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  2. Lo bueno es tener chocolate a manoooo!!! ja ja ja, besitos y gracias por pasar a leerme Lauritaaa!!!

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  3. el tiempo nos fortalece pero la nostalgia crece. El sabor amargo del chocolate termina siendo dulce.
    Muy lindo lo que escribiste Cristina-

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  4. Gracias Lao, siempre pasás a ver y me dejás tus sabios comentarios.

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