lunes, 21 de marzo de 2011

“Era preferible mirar cómo la luna…” (Juan José Saer)




filtraba su luz entre los pinos y abetos, que reinaban solitarios ahora en el amplio parque abandonado; escuchar cómo algún pájaro lejano piaba añorando a su compañera perdida, tal vez por su propio gusto y decisión, cansada de vivir siempre lo mismo; percibir cómo el rumor del viento traía un aroma húmedo con reminiscencias de mar y de caracoles aplastados en la orilla, buscando algunos que no estuvieran rotos para hacer la mesita ratona de sus sueños, con divisiones ahondadas en la madera bajo el cristal; advertir cómo uno a uno mis pasos suenan a estruendo sobre las hojas amarillentas hoy y aquí, mientras tarareo una melodía nueva y distinta, a tener que pensar en ese único y real instante en que dijiste adiós.


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