Y hay sentimientos, sensaciones,
recuerdos, que acuden por momentos. Hubo tantas celebraciones diferentes en la
Nochebuena, desde mis primeros años en la casa natal, el gran banco celeste
fabricado por el abuelo, con juguetes para mi hermano y para mí. Cuánta alegría,
recuerdo los jueguitos de té, la batería de cocina, la muñeca Marilú, la
maquinita azul de calcular con sus teclas similares a una máquina de escribir,
un hallazgo en mis años escolares. Supongo que mi hermano tendrá sus propios
recuerdos, cuando nos juntamos citamos cosas diferentes, intercambiamos
anécdotas y nos sorprendemos con las cosas de cada uno. El tiempo pasó volando,
llegaron los Papá Noel para mis hijos mayores, ellos crecieron, tuvieron sus
propios hijos. Luego llegó el benjamín, que ya es un hombre hecho y derecho, él
no planea tener descendencia, así que por ahora no veremos más bebés que crezcan
mientras yo esté por acá, aunque mis nietos mayores me podrían dar alguna
sorpresa! Ya no hay juguetes para
alegrar, pero el arbolito tiene siempre regalos para los que estamos
compartiendo la reunión navideña, y para los que veremos en Año Viejo brindando
por el que comienza. Por diferentes motivos ya no hay mesa grande, la pandemia
también aportó lo suyo para achicarla. Y recordaremos situaciones vividas con
los ausentes, que el tiempo transcurrido nos permitirá hacerlo también con una
sonrisa. Propongo desde acá un brindis con todos los que nos hemos conocido en
los blogs y nos visitamos a diario y disfrutamos de su compañía y afecto.
¡¡¡MUY FELIZ NAVIDAD PARA
TODOS!!!!